jueves, 5 de junio de 2014

EL PASEO

A Mónica.

Ahora que el veneno es otra piel y las tardes licúan el tiempo, un iris púrpura camina. Sobre raíles de cera un sajo quema. La luz –fiebre y polvo ardientes- pliega su pátina. No corras, ve despacio a ti solo. La sugerencia del desconcierto, el tacto constante, soñante, hacia esta admiración que no reconoce. Al caer la tarde levantamos la mirada. Reconocemos el ruido, saboreamos la memoria –me pones triste- mientras el bucle de los constantes, etcétera. Mi ignorancia y tu misterio -dame la mano, así- bruñen el silencio. Se adentran en la caricia, en el filón del tiempo por el tiempo. Ahora que la piel nos espeja, ahora que la palabra crece hasta rozarnos, has desaparecido la pregunta. Así -la mano, así- las mariposas son dudas con alas, la lluvia un universo que gotea. Porque necesitamos concretar el mundo cojo tu mano. Así.

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