jueves, 22 de febrero de 2024

EL COCIDO

A Juan Carlos Usó

EL COCIDO*

Para que la vida te sorprenda conviene estabilizarse.

Conviene saber que el mundo está lleno de hijos de Sancho con burro delante que no espante al pedrero de los versos.

“Más adentro en la espesura”, entraremos en el carvajal donde el gerundio de Fernando se andrada por los karaokes del mundo, sin más paredes que su voz.

Con ese ardid, transitamos la calle de los santos, ángela noche sin más sayago que el llamazares de este párrafo impertinente.

Decía, que conviene estabilizarse.

Ignorar que Carmen creció en un jardín, en el bravo canto de un mar blanco sin mezquita. Ignorar que Alcántara salió de su toponimia hacia crisálidas de historia.

Llamarse Rosa Cruz es nacer a un verso juanramono. Aprender, sin hache, que seremos un Lázaro jugando al pilla-pilla, la niña, la Santamaría...

Hay que ser Fuertes como Mario, que ha Lourtau el apellido a Charlotte sin más Laka que un Cañete de Mareza -con perdón- para cantar a Cora las virtudes de la fonética que significa mejor.

Conviene estabilizarse, repito.

Hay que procurarse un trabajo establo con letras dominicales. Jugar a la independencia tejiendo lazos y gozar de la generosidad del excedente.

Agitar el avispero es otra omfalofilia como mirarse el ómbligo en el espejo de un agujero. Jugamos al encuentro, a repetir los versos, las posturas y los facebooks.

Nos encontramos en la prosa anual de este pilates, en esta Navidad de marzo, como la repetición de la familia y el cocido.

Por eso, conviene estabilizarse. Asumir el michelín, la calva y la cara tonta de las fotos.

Escribir es sorprender a las cosas. Es la colleja de una emoción inesperada, preguntar al qué por el cómo y no responder por miedo a la pregunta.

Conviene estabilizarse, claro.

Pero resulta que la poesía es inconveniente, que no hay quien la entienda porque la emoción con emoción se explica y dos horas es mucho ruido a base de “cincominutos”.

Seamos inconvenientes. Que la sinécdoque nos acaricie, que el hiperbatón roce el labio de las sinalefas. Que las cesuras y los hemistiquios ensaliven sus barricadas. La revolución no se crea ni se destruye, se transforma.

Rebelarse, con be de burro, cambia a las iglesias de pancarta.

Revelarse, con uve de embudo, tiene un treinta y tres de luz que nos expande.

Que nadie venga con el cocido de la palabra hecha domingo por el macramé dramático de la lucha. Que no te instalen en el yoga anual de la emoción, con palabras aburridas como éstas. 

*[En cursiva nómina de autores participantes en Edita 2024] 

 




 
(vídeo y fotografías: Mónica Marín)