viernes, 28 de mayo de 2010

LA COSA

El complaciente estado de mi televisor unido al de mi complaciente estado depresivo me invitan más que nunca ha dejar el puesto de trabajo, emborracharme, fumarme todos los porros, llegar tarde a los sitios, pasear por los caminos más polvorientos, viajar sin lastre. El apático estado en qué ha derivado mi crítica neuronal le resta romaticismo a los cuentos que nos contamos para no dormirnos en esta vida de pesadilla. Sigo quieto, mirando como crece mi barba, un pelo duro lleno de remolinos que de tanto sudar sin salir de casa va generando pequeñas pústulas. Como un espectador asisto al declinar de mi organismo cariado, astigmático, lípido. A ver qué hacemos con la vida que queda porque la risa sólo viene cuando da por tocarme el duodeno.

martes, 25 de mayo de 2010

OLOR A SOL

Ahora que las tardes huelen a sol, tendré que ir pensando nuevas ilusiones. Tendré que ir inventando un lugar de huida. Habrá que llenar el tanque de las lágrimas con alcohol para engañar a la utopía, ahora que el biodiesel engaña al hambre y ya todo es engaño. Habrá que ir cuajando otras mentiras. En este usar y tirarlo todo, me he ido recogiendo por los suelos, sin reciclarme y ya soy todo asco. Este morirse más y más según me voy haciendo joven. Para bien o para mal siempre hay una derrota, una perdida, un horario, un fulgor metálico que nos dicta el desayuno. Y una falta de otros para los demás, para los que dejamos de creer en nosotros mismos. En esas nuevas ilusiones he apuntado lo de siempre: oler el sol en tu camisa, rozar el aire con tu pelo, nadar en frío, beber caliente, cantar sin prisa. Más de lo mismo para esta vida complaciente. Por las noches huele a heno verde, a grillos que suenan. Huele a croqueta de Puri, a beso oscuro, a caricia clara, a libro viejo, a canela seca. El sol huele porque el sol da olor a las cosas. Vienen días largos por delante. Tengo mucha palabra muda para quien pueda escuchar. Hablo alemán y viajo donde haga falta.

viernes, 21 de mayo de 2010

LA CENIZA

Vuelvo a las miserias literarias contemplando como se mueren los escritores, dejando libros arrinconados en cuartos que son cuartetos, en silencios como sonetos y cesuras por el filo. Dejar letra impresa es como dejar las cenizas en la urna sobre una estantería esperando que llegue algún nieto con la mudanza o el polvo se ponga molesto. Las letras son ceniza, los cuerpos son ceniza y la vida misma un cenicero. Ya sé. Pero la ceniza misma es incomprensible, más incombustible aún, si nadie viene a cambiarnos la capa. La ceniza es menos despojo sin la misericordia de un plumero que te diga ya no sirves. Es casi una brisa, algo menos que un eco.

Se ha muerto un lector sin el boato de los escritores, con el silencio con que se muere la masa, con la normalidad de las aseguradoras funerarias. Se ha muerto como se muere un coche. Toneladas de tiempo sin presencia. Toneladas de intimidad, toneladas de libros quemadas por el ojo ceniciento. Pavesas de años y tiempo multiplicados por el tiempo de escritores multiplicados por el tiempo retratado. Tiempo de tiempo humillado por el suspiro de un segundo espirante. Toda la inmensidad de la vida resumida en un lector.

El lector como metáfora: cosmogonía de la ceniza.

sábado, 15 de mayo de 2010

MAÑANA

A pequeños pasos de piel muerta he ido perdiendo calor y ahora soy todo frío. La fiebre es una muestra más de mi certeza onírica de pestañas que se introducen en mis ojos como calzadores que vienen de caricias salvajes. Ayer hablaba firme sobre el mundo mientras la inocencia de las niñas se entristecía en ojerosas miradas de miedo. Nadie pudo convencerse de nada. Su inocencia pertubada conmovía. Toda mi firmeza se licuó en sus babas, en la ínfima costra reposada en sus mejillas. En estos instantes es cuando uno reafirma su silencio. Cuando todas las horas de la noche son pocas para llorar las sábanas. Para jugar al escondite con las palabras. Para animalizarse en caracoles sin concha ni baba ni cuernos. Ser la más nada, el aire inerte sin oxígeno, ser la nada sin física, ser la nada sin nada, lo más vacío del hueco. Es cuando la palabra eréctil se desinfla sin haber espermizado. Es cuando todo parece encogerse sobre mí mismo.

Su diminuta presencia, como una maravillosa maraña de luz, revoloteando.

Es un oído enorme. Esta noche el ruido de una fiesta cofundirá su atención con gestos de alegría (la catarsis es eso) pero su mañana, será tremendo. Pero eso, me han dicho con el arco de la lágrima penduleando, será mañana.

jueves, 6 de mayo de 2010

LA LECTURA

"... es querer enseñarle la chorra a los niños para que digan qué grande la tienes. Es el lado cutre de la vanidad. La vocación se confunde con la vacación porque decir "o" o decir "a" es como admirarse o preguntarse. Así me muevo: lánguido y docente con la vocal a cuestas." Blog Clausurado. 15 abril 2010.

A los que me alientan con su lectura.

Es como si te dijeran qué guapo es el niño. Es necedad vanidosa que reconforta como un premio, es mostrar lo peor de tí mismo.

Qué se hace después de Cervantes: Fumar a las cinco de la tarde, marchitos ya los almendros, cuando las palabras riman con sudoku.

El agujero negro del nihilismo se marchita en el ano de un niño. Cardar el hilo para destegerse y notar que es otro quien se abriga. Fabricarme la paradoja cínica del miedo, notando la alegría sorprendente de la certeza.

Qué está pasando aquí que tan sin conocernos nos pensamos cerca, íntimos, tangibles. Quizá no somos más que la angustia que repta por nuestro cuerpo buscando el sosiego. Esperamos una mentira para pensar que no moriremos nunca, que el amor es eterno, que mis padres no morirán, que mi hijo (mi todo) estará siempre sano y el ahora tibio, latente.

Necesitamos la palabra gracias, la palabra amigo, decir quédate y mañana ya veremos. En el mundo de lo caduco, de lo innecesario, del nada importa, en el jardín oscuro de los tallos sin brotes, tenemos el ansia de subir las persianas.

En el lugar del otro me voy encontrando a mi mismo. En la caja negra de los días he oído estás palabras. Otra vez sueno a lo mismo pero ya dije que no soy músico.

Decir gracias no es necesario pero importa. Quiero decir que importa porque no es necesario.

martes, 4 de mayo de 2010

EL GERMANO

"El sofá es toda mi casa / llena de sueños demenciales / a cuyo abrigo / arde una selva de metales / y duelen los oídos. " Pablo Gadea.

Ya tienes la distancia que aporta la palabra. Ha ido brotando mientras el mundo se marchitaba a tu lado como un abrazo que no se siente y suena a hojarasca. A ti la palabra te ha ido invadiendo a través de los sillones y los miedos. De los despertadores que chillan a la noche, de las ventanas que piden vuelos, de los pechos que exigen sexo. A tí la palabra te llega firme porque te llega tarde por debajo de la puerta de la desgana. Apuntalas el desconcierto que ahora es tu desconcierto. Cuando los pulmones desechan la nicotina lo que arde es la palabra. Ya no se respira otra cosa. Todavía huele a música, viene con trazos, televisión y alguna foto. Tu sigues lo mismo. Llevas el ojo azul, el sueño caído de un labio escéptico y pides abrazo como derrochas afecto. Pablo suena a palabra. Cuídala. Es la única mentira que merece la pena. Y digo merece la pena.