miércoles, 30 de enero de 2019

LA CIÁTICA

Admirable desprecio.
Pensaba instinto.
Ansiedad sosegada.
Silencia claridad.
Pura contaminación.
Alicataba semen.
Competía soledad.
Fabricaron industria.
Alivio emocionante.
Entusiasmo forzoso.
Pureza baturra.
Eterna actualidad.
Ceguera silenciosa.
Escritura ciática.
Agentuza.

lunes, 28 de enero de 2019

LA GRAVEDAD

“La gravedad es grave pero es la ley”
Georges Brassens

Que parezca un occidente.
El dedo hace el mito.
Lo breve se estropea menos.
Que te devuelvan el hueco.
Quién calla la ceguera.
Sin pístola todos guardias.
Se vende robo.
El reloj se creía tiempo.

miércoles, 23 de enero de 2019

EL MEÑIQUE

Mi monstruo me ha subido la tristeza. Me ha devuelto un silencio diferente, una lágrima antigua, un verso de enero, un ansia de importar. Y he llamado a mi madre por si no tiene hijo, y la he felicitado por su cumpleaños, pensando en mi. No existe la palabra huérfana de hijo. Son los palimpsestos de la vida. Censura de archivo para previsores. Mi monstruo se infla cuando duermo poco y leo mucho, cuando se me juntan las mariposas con los quijotes, cuando los molinos giran porque lo dice la Panza del viento. Sancho vende placas solares baratas y Barataria está en escombros. Cuando tengo el monstruo subido, pienso en diagonal, se me escapan las cuchillas. Palabras bifaces que dejan un silencio de charcutería. Desde la raja se encuentra lo sencillo. La simpleza de un dedo por ejemplo. El meñique recuerda que esta tristeza viene del frío, de la serotonina cazurra del reuma. El meñique es el equilibrio de la mano. La impertinencia del sorbo, el palo de los bebés, el que comienza el cuento. Y palabra a palabra voy desinflando mis terribles, mis pequeñas angustias, mis ascos complacientes como un Buñuel de vacaciones.

jueves, 17 de enero de 2019

LA FUGA

Voy cambiando de silencio. Ahora no se agota, dura más. Voy bruñendo la pereza de las puntas, ese filo del sonido que busca el sol entre las rocas. El silencio tiene su propio otoño. Pasa del moco al para qué. Ahora se prolonga como una muerte, con su llanto, su tranquilidad y su exfuturo. El silencio no tiene tiempo. Calla como un rompehielos de perspectivas. Es la tos de la almohada, el sueño de las mujeres, las hojas en el suelo de los parques. El silencio, con su química de lol, se asoma al wáter para mirarse al espejo. Ni una crónica, ni un gesto, ni un libro. El silencio no tiene piel y no ve más allá de las pantallas. Este silencio que ahora nace, viene de otros huecos, de un cansancio de siempres. De respuestas acumuladas en el desván del otra vez. Antecede al punto, atisba la mueca al otro lado del unilento, arrasado por una fuga de látigos. Silencio tranquilo que se miente andando, bebiendo agua, y fregando los cacharros.

jueves, 10 de enero de 2019

EL SOBACO

Cuando se consume la búsqueda comienza el encuentro. Aparece la espina con su olor a espalda. Aparece lo que estaba y nace el consuelo, la necesidad de lo ambiguo, de creernos y crearnos el don Quijote de la vida; la mentirosa verdad de la locura, de que la pólvora iluminó un instante que la pavesa ardió durante el frío. Somos generosos en la tragedia, tendemos a compensar, a imaginar el Rajoy que llevamos dentro. Sacamos el "hilillo" del esperpento para perfumar el sobaco. Pero sabemos que no vendrá y volvemos a dolernos del exfuturo y así sucesivamuerte. Por eso nacen los locos. Por eso María Moliner, Justo Gallego y la filatelia. Por eso Balzac, Galdós y Las mil y una noches. Porque el polvo no tiene sentido por mucho que diga Quevedo. El sentido del polvo es posarse, lo contrario del vuelo de la neurona que Cajal llamaba la mariposa del alma. El polvo, como residuo, no vale más que tiempo perdido. Por eso Proust lo buscaba, para forjar su rocinante en el Veronal de la cama. Para respirar el vuelo de su cuarto y dotar de alas a su farmacia. La niebla es lo contrario a la polvareda. Es el vuelo rasante de los sueños, cuando la legaña baja a por el pan y nos invita a imaginar. Luego escampa y la luz devuelve las sombras al mundo. La claridad de la niebla no deja polvo, deja rocío, esa lágrima alegre como la baba de un niño. El frío tensa el reuma y eriza los objetos, le da cuerda a las espinas y nos pone una barra en el sobaco.