sábado, 18 de junio de 2022

EL AGUA

Si te acaricio siento mi vida. Me resumes, reconozco los pliegues del trayecto. Cuando entro en tus ojos entiendo la locura y absorbo la mentira por la pajita del tiempo. Aprendo con cada rencor que silencias. Admiro el légamo que tiembla en su fondo, donde vive la ternura. Entre un remanso de telones, se escapa el brillo de tu sueño. Que me quieras a la contra, que me hables con la forja del abrazo acumulante. Abro la boca. Te absorbo. Sigo tu olor en el beso, tu pensamiento generoso y tus tímidas dudas que arropas en la cuna del silencio. Amanece el asombro por tus ojos. Contigo todo parece inmediato, un ahora constante, una atención que no malogre tus mejillas. Escondemos el juego entre la risa que nos acaba con los dedos enlazados. He llenado mi vida de tus únicos. Persigo el intento que mereces. Hemos clareado el agua con cristales. Hemos removido la sed hasta encontrarnos. Me ahijaste para perdonarme. Somos un mismo miedo y una repetición que se complace. Aún me empuja el asombro hacia tus deltas. Cuando no estás mi mano se gira. Se bocarriba como un pez fuera del agua. Paralizas las preguntas que devuelves al tiempo y sorprendes a mi niño con lobitos y una caja. Los objetos gritan tu nombre. Un jarrón y una fruta delatan tu mano tierna. Mi vida sigue hacia aquel te conocí.

viernes, 17 de junio de 2022

EL RETROCESO

El funcionario piensa en mediana empresa.

A la cantidad por la calidad modorra.

La resignación se llena por vacío.

El valor tiene lo que necesitas.

En atril, curas mil.

De la tranquilidad nació la brisa.

Procura que tu profesor no vea cine francés.

El pájaro ríe cuando canta.

Discúlpales porque hacen lo que saben.

La realidad sospecha de la verdad.

Somos la comodidad que podemos.

¿Quién maneja el despertador?

El delfín juega a ser gaviota.

La ternura es la tristeza del tacto.

Policía, psicólogo y cura, igual a profe.

Explicación con retroceso.

jueves, 16 de junio de 2022

EL ENCUENTRO






(Fotografías: Facebook Ana Deacracia y Aurora Vélez García)

sábado, 11 de junio de 2022

EL PUEBLO

Vuelvo a casa desde Gervasia. La carretera serpentea lomas de canchos, robles/fresnos y alguna metálica nave de ángulos rectos. En el cambio de rasante de la curva del osito aparece una escuadra de V. De repente el coño de Courbet me pega una hostia en la idea. Pareciera que Baños fuera el clítoris urbano de aquel conejo. Compruebo que todas las montañas tienen su atávica referencia y por eso hay una polla dibujada en la puerta de cualquier cosa. La muela, La mujer tumbada, El perro... Imágenes genéricas para nombrar a bulto. Nos sale la sociología a golpe de bautizo y hasta la palabra bautizo tiene su historial a poco que raspamos. Somos un chozo con tarifa plana. Tenemos un cura que escupe culpa en cada gesto y un monaguillo al que le mete mano la memoria en cuanto se descuida. Nos gusta más una leyenda que una razón (que nos den una alegría y se lleven la realidad). Por eso en las cimas de mi pueblo están Los tres panetes y la Peña de los ladrones. El hambre corona el paisaje de la historia por donde, a veces, circunvuela un buitre con su cuello de vedette. Laureano tolosdías mira La mujer tumbada y piensa en la vecina con ansia pétrea. Tiene la violencia fresca y la campana reciente. En la mirada le centellan los placeres de su nunca. Y piensa que quién repartió la belleza, la riqueza y la zahúrda. Por un instante querría ser el señorito, el buitre lento y hasta la misma loma de El perro, esa peña con vistas. Hoy la España póstuma sigue ERE que ERTE. Los berruecos pierden sus nombres. Pedrizas y canchales como hormigas humanas que deshacen su fonética. Desprenden su víscera como camisa de serpiente. Mientras, un peregrino de arrugas holandesas y color turista, piensa que aquel cerro tiene forma de mujer tumbada. Saca la foto y la sube a Instagram para hacer viaje. El mundo con sus guerras de petróleo aquí no importan. Somos el clítoris mutilado de un paisaje sin memoria.

miércoles, 8 de junio de 2022

EL PÁJARO

“Las golondrinas son los niños del aire”.

Miguel Hernández.

Las golondrinas son pingüinos de lavadora, el dominó de Aladino y el avión de papel que hizo Gepeto. El pájaro tiene la magia de lo insólito. Posee el aguijón de una mirada cuando arranca el vuelo. De dónde viene su poderío. No me acostumbro a su poltergeist cotidiano. El pájaro camina a saltos de videojuego y se mueve con giros de cocaína. Una potencia acoraza su plumaje de orfebrería. Las aves son el truco de la vida. Son la anatomía que despliega sus alas para dar clase de Bellas Artes. Los gorriones tocan el violín del verano cuando se posan, los buitres agitan la bandera lenta de la carroña y las palomas convierten el sonido en palomitas. Da igual. Su energía tiene universo propio. Las golondrinas aprendieron arquitectura de las cigueñas con su lenguaje de claquetas. Las aves convierten en cemento la simpleza de un palito. Saben que la paja tiene sombra dentro, que lleva fuego en su tuétano y sirve de hilo. Los pájaros son la matrioska de un búho, la aurora que cambia de árbol y el jilguero de la tristeza. Beben con la desconfianza que da saciarse y emigran cada año para dar ejemplo al misterio. El pájaro parece un collage de tela y vainas. Tiene la ternura de un cuenquito, la de las manos con que beben los niños en las fuentes y el libro caído detrás del mueble. El pájaro es el sueño del vuelo que se despierta, el movimiento de un camello hecho gallina y el anzuelo con que pescan las estrellas. Oropéndola, corneja, azor y otros nombres color selva. Canario, mirlo, tórtola y otros plumajes de metal. Comemos con tranquilidad el huevo frito pero el muslo de pollo nos recuerda el vuelo que nunca seremos, por eso preferimos el filete que no deja hueso. Hay pájaros con grillos dentro. El murciélago es un topo que vuela. Trasmite sombra y convierte en cueva los desvanes. El avión, con su tecnología de amianto y queroseno parece una ballena varada en el mar del turismo. Por eso los pájaros les disputan el aire y les destruyen la cabina y los motores. Por eso el halcón les observa, porque un clavo saca a otro clavo como un libro apoya a otro libro. Los pájaros son los libros que picotean la vigilia, la lectura del mundo que se desliza con la brisa. El pájaro hace visible el aire con su vuelo. Sabemos que existe porque respiramos la estela de su elegancia. Somos el pájaro de una escopeta que alguien carga sin que lo sepas, la cagada en el coche que no se lleva la tormenta y la mancha Rorschach de los estorninos.