viernes, 30 de julio de 2010

ELLA

Junto a tu dentro todo es un simulacro. Tu dolor es una muerte, tu vida la vida. Junto a tí todo es enfrente, todo es espejo y concavidades. La serenidad desciende de tu espalda. Yo jugué con las patatas fritas, salivé los objetos que ponías a mi alcance, reclamé el calor que me ofrecías. Hice la locura, pasé los test, llegué a las fotos. La basura estaba llena de envoltorios, manzanas podridas, uvas secas, pero al mirarte estaba la mariposa amarilla, allí, siempre tú. La gana torpe de la ilusión sencilla, el vuelo elegante de la sonrisa humana. Fuiste otra, la misma, quien no conozco. Todo el alguien. Eres la palabra fallida de lo enorme. Así ando, persiguiendo el valor de tu sombra nocturna. El vergonzoso poema esquivo con que iluminarnos una sonrisa recíproca que nos acabé llorando y abrazados. Allí, siempre. Tú.

LA PIEL

Mi piel es rugosa como el granito. A la vista es ajada como una sonrisa embalsamada. La siento como una búsqueda. La piel por sí sola es un pellejo, una fimosis humana, la acidia de los bálsamos protectores. Los ojos son la piel de la palabra amor. El ano la funda del orgasmo. El aire es el sol de la piel, el oído su vagina, la espalda su cerebro. La lengua piel humana. Las manos, siempre solas, son la televisión de la piel. Es una geografía de color, sabor y textura que depende de la sangre. Es un mantel, una mosquitera Piel es una palabra dulce con sabor a Mahler. Los tejidos siempre acaban por úlcerar. El fuego sólo es posible entre dos pieles. Basta una tela mínima para provocar un incendio. El verano es así. No puede durar. La piel es cosa de locos y el pezón su cumbre.

viernes, 23 de julio de 2010

EL VERANO

Algo así no puede durar. Todo está correcto por desubicado. La tela se recorta, la carne se expande, el tiempo se alarga, la noche se vive. La tele se apaga, las ventanas se abren, el cierre se cierra. Los madrileños vienen con su verano de domingo a beberse los festivos y el emigrante viene a demostrar que es madrileño. Cuando la costra se suelta todos sangran paletismo aparentemente. El español es un paleto porque la ciudad se inventó con la democracia y ya sabemos que el orden de los inventos no altera la falsedad de la cosa. Uno, que no cree más que en la piedra pómez, se jacta de ser un támbara urbanita cuando viaja en la línea 6 y un bala perdida cuando se pone a callarse lo que sabe de Palahniuk mientras toma una cerveza. Soy un silencio con agujeros. A mi hermano le gustó eso de El silencio calla más de lo que dice porque él es músico y sabe de sordera. Melendi no lee porque se la suda todo. Le importa una mierda la vida, la palabra, y hasta la música. Es un radical extremista, tanto que ni lo sabe ni le interesa. Él predica con el ejemplo que es como mejor se habla, como mejor se escribe y como mejor se folla. Abel es un tío acojonante que habla poco y lee menos. Es lo más parecido a un analfabeto, un yuntero del siglo XXI que surca las dehesas del sonido. Un intelectual a la antigua, de los que le iban a Bergamín. Está de vacaciones en ninguna parte que es donde van los que saben viajar sin prisa y sin dinero. El verano es así. Hoy ha venido gente a leer, a pedirme un libro recomendado por mi. Ha habido, incluso, un graciasguapo de resfilón. Menos mal que Madrid es mucho Madrid y el atasco adictivo.

miércoles, 21 de julio de 2010

LA ILUSIÓN

Vacío como un televisor la ilusión se apaga. Las imágenes, reflejos de sí mismas, se fueron tras una mariposa amarilla. Solo el otro se hizo interesante a través del misterioso tamiz del aire. Sobre sí, nada tuvo más misterio que una piel, descendiente de la piel inmemoriada. En su interior todo era afuera. La sangre en bolsas, el feto en ecos. Sin más adentro que el aire todo fue acondicionado. Quemó las pupilas frente al sol, quemó los dedos en tardes eternas de eterno amor. Hizo lo que debía. Pudo ser. Fue. Pero la tristeza manaba sin pausa de sus sienes como una pena indomable. Fue. Pudo ser. Hizo lo que debía. Y con el ruido mínimo de la luna al desaparecer, estalló su cólera frente al mundo.

sábado, 17 de julio de 2010

LA EXIGENCIA

Decir mío cuando piensas en nosotros es decir reparto. Exigir es un acto de igualdad. Exigir comienza por la letra Yo. Luego viene el imperativo Suyo y así hasta llegar al indicativo somos. La discapacidad es el poso enfermizo que da el régimen castrense de la educación hasta los dieciséis. Es el raquitismo del siglo XXI pasado por el batán del televisor. Internet, intangible como es, tiene piedras de molino donde escanear el tiempo y la vergüenza. Con el soplete del tedio pretenden fundirlo todo hasta encontrar la fórmula del agujero negro. Invertir los esfínteres, que la mierda caiga por su peso, domesticar lo incuestionable. Exigir es un acto de responsabilidad, el egoísmo más solidario. Señalar las bocas a través del ombligo. Unir el cordón umbilical de la miseria con el jugo gástrico de la anemia. Es un proyectil multicolor, polimorfo, etéreo. El césped recién regado, la piel fresca. Hay un buitre acechando.

jueves, 8 de julio de 2010

EL MIEDO

El miedo se padece. Es universal, fértil, tibio como un golpe, como una fiebre. Forma parte del tuétano oseo que nos sostiene. Sin miedo no es posible la clorofila del viento, ni nada del todo. El miedo es lo más importante del dolor, el corazón de la distancia, el ombligo de la lágrima, la vida útil de los tactos. Bajo su almohada habita un pene reptilíneo avieso de grietas y cúmulos de tiempo. Lo peor de vencer al miedo -no digo ganar- es sentir el frío de la puerta. Comprobar que es blanco y estaba chupado. La parte más pequeña del miedo, la más dolorosa, es el silencio: donde germina el grito.

sábado, 3 de julio de 2010

EJEM

La vida son las cosas de los quienes que son los nadies con su todo esperando el cuando de los nuncas.

viernes, 2 de julio de 2010

LA RODILLA

Cíclope está en ópticas Alba. Huele a sol durante la tarde hasta bien entrada la madrugada, cuando la luna íntima baja la voz para confesar su pena. Las luces ya no acumulan bichos voladores ni las calles huelen a jolgorio de niño. Y sigue siendo julio. Sigo tumbado sobre las piedras, aún calientes. Soy todo gerundio. Ya no me explico nada. Soy una pregunta en movimiento que apuntala jirones de relente con axilas, con ingles. Trato de acabar con los vértices corpóreos de la duda que gime su soledad. Una tibieza de cartílago que se retuerce como una larva. Ese soy yo, el que moldea lo rígido para convertirse en rodilla.