jueves, 22 de septiembre de 2016

LA ELEGÍA

-Te seguiré hasta el fin del cuánto.
-El hábito hace al político.
-En la paradoja hay claridad.
-Debes la bala de tu vida.
-Busco trabajo establo.
-Mi elegía se llamará autorretrato.


sábado, 10 de septiembre de 2016

EL SELFIE

El selfie justifica los medios.
No gracias, ya tenemos Museo de Arte Contemporáneo.
Las uñas son los dientes del tacto.
Falta un Centro de Interpretación del Paleto.
Pretenden distinguirse en la igualdad.
Nadie es probeta en su semen.
Las abreviaturas son decimales.

sábado, 3 de septiembre de 2016

LA ESPADA

"La calle me atraviesa como una espada".
Francisco Umbral.

Los animales tienen la terrible disculpa de la zoología. “Qué culpa tiene el tomate / que estando tranquilo en su mata / llegue un tonto y te mate / y te meta en una lata”. Pues eso. Qué culpa tiene el perro de que un amante de los animales lo encierre en un piso y lo saque a pasear en libertad vigilada a correa en cuello para cagar  El perro defeca como todos, y el civilizado votante recoge sus heces con un higiénico plástico [sic]. Pero qué hacemos con el orín, con la meada esquinera, con la diarrea inoportuna sin espátula posible. Pues algo así ocurre con las personas. Uno procura saber pasear para no recoger los encuentros cotidianos en una bolsa. Habitamos una mediocridad consolidada y en este alfoz de la provincia uno podría escribir la crónica de Puerto Urraco con la proximidad quirúrgica del cirujano. En ese contacto residual, vulgar por cotidiano, biomásico por fungible; consumimos nuestro tiempo. El tiempicida tiene su hora punta en el momento inoportuno.  El “¿Hoynotrabajas?” de un lunes cualquiera o “Quécalorhoy” son expresiones que cuajarán en “Hanpuestounafarola” del jubilado, cuando hayan puesto una farola y se esté jubilado. Este detritus mental se escurre por la esquina de tu pantalón en cualquier descuido. Se puede dar una hostia con la asepsia de la violencia decente, pero qué se hace ante la pedrada verbal de las buenas personas. Cómo se le dice a un tonto que de bondad también se mata. Quién le pone el cascabel al gato que se mea en tu puerta. Pues así estamos, sin asimilar nuestra pertenencia al gremio animal, con el dinero justo para el pan, fingiendo prisa –ya ves- en el reino de la astenia. Uno, aún piensa que nacer no es suficiente para el adjetivo humano. Más allá del establo hay una conducta que no por accidental ha de parecer extraña. Se pueden contener los esfínteres mentales de la agresión. Hay que intentarlo. Quizá –reconciliante quizá- no haya asumido aún mi naturaleza de ladrido por escrito. 

viernes, 2 de septiembre de 2016

EL SEÑOR

El tiempo se concreta en la palabra “señor”, cuando el “chaval” se desconcierta y la cana te aparece como una miga de plata. Cuando el tiempo ya no ilusiona y septiembre no trafica con saliva, veo la claridad de lo concreto. Mi por ejemplo está en la “disco móvil”, en la violenta tersura del pecho, en lo apretado de un carmín reventón, en la pánfila cara de ojos sin hambre. El hambre del ojo, la ilusión en llama que tuve/tengo, no la veo en esos cirios de alcohol erecto. El cubata, como un fuego nocturno, alienta sus cenizas. Su pasmo desconcierta. Qué piensan, qué esperan de su nada. Vengo del vaho febril de la metáfora para sentir el escombro nocturno. Alelia candente, quién te sopla. Qué piensa la ceniza que se extingue. Qué leen tus ojos sin contrato. Qué miran tus labios de iphone. Para qué Kafka si sois la metamorfosis onfire de un cambio de llama. Dónde está vuestro verde, qué impulsa vuestro tallo. Para qué septiembre, para qué la primavera negra. La verbena tiene su llanto de cinturas pero cómo llora un watio que se apaga. Las hojas se rompen de fuego, como billetes quemados por el plástico de los días. Me pregunto por vuestras palabras. En el desconcierto se intuye mejor el negro. Quizá mi ocaso sea vuestro contrato, vuestro indigente “quizá” en el que podamos entendernos. Vosotros ya sin libros y yo sin wasap, y con estas migas –ay- de un pelo en retirada.