sábado, 30 de enero de 2021

EL LENGUAJE

Diremos que sí.

El amor ilusiona el tiempo.

El lenguaje es sordo.

Callaba por respeto al cansancio.

A cada libro sus instrucciones.

Le olvidaron lo bailao.

Intuición de pedernal.

Dignidad de Puerto Urraco.

Cada lenguaje con su bagaje.

La risa completó la resignación.

Soledad convencida.

El amor está por ahí.

 

viernes, 29 de enero de 2021

EL CLAVICORDIO

Según crecen mis interiores, según se acoplan mis habitaciones con saqueos y ocupaciones como un Diógenes de vacío, voy alejando mi mundo con cercanías. Voy notando la lejanía de quien pierde la salud sin remedio. Voy encontrando la tranquilidad de las flores en mis cosas, como si leer fuera mi muerto y mis versos una fragancia que no puedo entregar a nadie, pudriéndose en un barbecho de narices enterradas. Pero mis cosas, como las cosas de cualquier posesivo, tienen la incandescencia del misterio. Tienen esa nota de caos para científicos donde los solitarios escondemos la mentira. Según me alejo, con mis párpados de esfinge, siento el ritmo del universo, en cada paso y en cada piedra. No sé. Las cosas, con su sonido ajado, se van. Se van, pero vuelven con sus ropas en la mano y su latín botánico. Con su perfil de modelo artístico, van entrando en la orilla de la oscuridad, en la humedad de los papeles olvidados, para salir de los cajones como una sorpresa de la que hay que alegrarse. No sé. Este no sé me dice algo que no entiendo, pero que siento como un luthier de claridad. Una intuición de conquista, de fundir la metáfora en clavicordios, sin saber qué es un clavicordio, pero necesitar la uve y la carne del yo que desprende su sonido. El silencio -tantos años de silencio- me trae ahora el nerviosismo de la espera en un teléfono, de la caja voladora donde guarda la sorpresa su decepción de máscara, ya para siempre, del nolodiremos. No sé. No sé es buen final, para un principio.

 

miércoles, 27 de enero de 2021

LA ESQUINA

La cercanía es nítida. El tiempo se aburre y pregunta a los ojos con el rabo. Lo imposible desconcierta como un saludo equivocado. Mi serotonina dice que tendré que perdonar. Callar. Vale, nadie es perfecto y la resignación tiene dosis de inteligencia y el cansancio es fruto de lo exigente. Por eso ya nadie mira los bosques ni las lunas. Por eso madejas de dedos hacen ganchillo con agujas de árboles. Todavía puedo hacerme un poco más pequeño. Qué culpa tiene el ruido de que existan los oídos. Ya sé que no existen los abismos, que la vida es maravillosa, y otros cinismos que acaban en chiste. El problema es que no hay problema. Que solo cae quien vuela. Que también los elefantes sueñan con caracoles. Escribir habla hacia el siempre. La palabra es un mensaje en una botella que se hunde con el mar. Sin embargo, el mar hace arenas; y la roca tiene agua. Los náufragos, además, leen en silencio y lo necesitan. Qué solas están las esquinas, donde ocurre la vida.

 

lunes, 25 de enero de 2021

LA SATISFACCIÓN

Confundía revanchas.

Satisfacía planicies.

Razonaba tarde para no claudicar.

Sablista emocional.

Tranquilidad pensionada.

Se inhibía para valorarse.

Bohemio de los demás.

jueves, 21 de enero de 2021

LA MIRADA

Hay quien me pregunta cómo soy capaz de ver lo que escribo. Muy fácil, sólo hay que aguantar la mirada a las cosas. Quitarse la realidad como una prenda y sentir la poesía como la sangre que da la emoción al mundo. Si aguantas la vista a un lapicero, de sus rayas emerge la jirafa como nace la mariposa si mantienes los ojos en la primavera del gusano. Como se quemaba el celuloide de una película, del folio brotan las palabras de un verso como si fueran las varices enamoradas de un cuaderno. También hay que leer un poco a Ramón, y observar un poco a Goya. Luego basta con quitarle las legañas al oído y tener una mano cerca, si es posible conocida. Leer mucho a Machado, a Cervantes, a Lope y a Lorca, hasta que la tinta nos rebose por los dedos como un agua que nos mancha sin remedio, que además nos tonifica. Escribo para darle voz a las cosas, todos sabemos que una hucha es un avestruz que pregunta por sus brazos. Que pide nuestra clemencia, con sus ojos monedita, a través del hueco de un barrote. Hoy, que está de lluvia, miré un segundo al paraguas y enseguida salió la seta mecánica que esconde. La poesía es lo contrario del miedo. Es poner el cuenco de las manos para que se pose la armonía, sin que importe que te vean. También hay que olvidar mucho, que la casa es grande, por ejemplo. Hay que olvidar entender, y encerrar las matemáticas en un cajón por más que chillen las sinalefas. Hay que observar a los gatos con su movimiento de serpiente y mirar a las serpientes con su reptar de duna. Y una vez vistos, saber que todos son sinónimos de agua, de la ondulante sed que nos marea. La mirada es el fonendoscopio del poeta, su bisturí y su remedio. El matiz, ese dedo con que giramos las palabras, abre o cierra las heridas. Y lo más importante: que nada sea definitivo. Que nadie escriba, no lo aceptéis, la palabra importante.

 

miércoles, 20 de enero de 2021

EL GRIS

Y he sentido un algodón en mis ojos. Un gris tibio con la paciencia universal que entraba en mis ojos. Cuando eres un hombre arrasado es más fácil emocionarse con una pestaña perdida. Había algo nuevo en esa niebla. Ya no hay tensión en la angustia ni brasas en la ceniza. Quizá el gris sea el viento que empuja la tierra quemada. Ya ni mi soledad necesita los abrazos que se necesitan siempre. Ya digo, ha sido el gris. Y las hojas y el tiempo, y hasta las voces parecen lejanías de otro mundo. “Sí, he sido yo”. “No puedo más”. También los versos se utilizan en mi contra, “gracias”, “enhorabuena”. No es eso, no es eso. Es el tímpano de una nube a quien espero. Y el viento trae agujeros de nariz que se posan en mi cara, y hace más grandes mis oídos y convierte mis ojos en pozos de cielo. Ese gris que no es nube ni niebla, ni noche ni día, ese tiempo donde pasa la vida sin que se note, es el gris. Donde deseamos querer y que nos quieran y miramos a los ojos como quien entrega su vida a un desengaño. Cuando todo sobra hasta uno mismo. Cuando estaríamos dispuestos a todo como una alegría tranquila. Hay manos donde menos te lo esperas que tocan lo que deben. Se trata del gris, se trata de una caricia, de volver a cerrar los ojos y ver su rostro. Dentro de los ojos el color depende del ruido, pero el gris es una boca cerrada, una caverna con llamas de sombra, por eso las estrellas se paran para mirar lo que ocurre fuera. Siento que la oscuridad me pide confianza. El gris sabe leer con tranquilidad de salud. Ojalá venga para quedarse. Prometo no mirar.

 

viernes, 15 de enero de 2021

LA MIERDA

“Hago lo que sé, pero no sé lo que hago”.

César González Ruano.

Un poema lo hace Cualquiera.

Perchero cerebral.

Te estoy esperándome.

Una casa para cada problema.

También la pausa hubo que hacerla.

Despreciaba por no insultar.

El dinero no se queja.

La solución de la nada.

Vete a mi mierda.

martes, 5 de enero de 2021

EL CAFÉ

También la sorpresa es previsible. Por qué no cuaja la nieve en el mar. Camino por las afueras de los paseos, como los viejos que preguntan a la muerte cuánto les falta e inquieren al tiempo mirando al horizonte. “Qué mejor regalo que hacer treinta y cinco años de casados el día de hoy” le dijo la señora al camarero. El marido asintió “qué me devuelvan el dinero”. Y se marcharon cogidos del brazo con la despedida de un “adiós pareja”. Dos chicas marean sus cafés con giros de cucharilla y sorbos de pájaro. Tienen el color que les otorga el maquillaje, su rosto concreta el mensaje feliz del azucarillo, parecen recién salidas de la pared prefabricada del bar, que cerrará pronto. A través del cristal, el local parece acogedor y caliente. Es la impresión que confiere el frío a las miradas del otro lado. La mañana funciona. Los aparcamientos se llenan, el tráfico aumenta, las calles se hinchan. Tersan la piel de la apariencia como la carne podrida que flota. Como las hormigas, que tantean, vuelven y siguen. La luna brilla más si el día es gélido. Una mujer fuma con ansia. Busca el calor de la compañía a través de la ceniza, pero solo el humo se quedará en el pecho como un niño de niebla que huele mal. La mujer desayuna como una arqueóloga de levaduras, como si coger de allá o de acá cambiase el sabor del mendrugo. Aquella mujer, miga de ternera, sorbo de champagne, ha apagado a su hijo en el cenicero de las doce. La noche llegará y será negra como la tierra de las escalopendras. Debajo de la roca se encenderán las televisiones como luciérnagas de memoria con brillos de wasap.

lunes, 4 de enero de 2021

EL MURO

Cuando crecen los muros y aprendes a trepar, y rozas la rodilla contra la piedra, y te golpeas la tibia y haces la herida de la escalada, acabas porque no te importe llegar arriba. Pero llegas. Y te sientas. Sentado, las piernas cuelgan con las manos debajo de las rodillas y los tacones golpean la pared, en una infantil intermitencia. La cabeza se agazapa como hacen las tortugas y los brazos se quedan en jarra porque las manos se aplastan al calor de la axila de mis piernas. Ahora el horizonte se llena de dunas, de movimientos de arena. Hay un poste. Eléctrico, con forma de lata preparada, que se rinde a una curva diminuta. El robot está confundido. Es un manantial de plumas. Una alegría saltarina que desconcierta. Escribiré gorrión porque gorriones suena a ansia y la sangre pequeña de un pajarillo es generosa. Amable como mis ojos de tristeza, doloridos en el cansancio tranquilo, vapuleado por el golpe cotidiano de las palabras. El horizonte sabe esperar. El sol hace la luz, la noche la claridad. En la sutileza del instante se contornea la metáfora. La niebla busca el verbo de los suicidas. Y surge el universo, despacio, estrella a estrella. La vida viene despacio, como un abismo repetido. Sentado frente a frente, la mirada me cuelga como una piñata en un colegio vacío. A veces sangro, a veces la sangre llora. A veces el temor mancha la almohada. A veces la importancia es invisible como el oxígeno, como la angustia, como el hombre. Como la memoria, como el pensamiento, como el hambre. Como la imaginación, como el secreto, como el olvido. También el deseo es invisible. Como el sexo de los caracoles, la soledad y los nudos del asco. Me bajo, pero sigo sentado.