jueves, 2 de diciembre de 2010

CÁCERES

Esto tiene más de subvención que de ciudad. En la calle hay una ausencia de militares y funcionarios (de prisiones y profesores son el eufemismo) que vigilan por los ventanales a una turba de repartidores que aparcan en doble fila y tocan el claxon. Son la criada que les lleva el pan y mete gas a la caldera. La presencia es de jubilados, pueblerinos de médicos, papeles, y otras fotocopias por el estilo hasta configurar la estadística del aquí no pasa nada. Son ciudades estado que lo que hacen es dar de vivir al funcionario aunque no funcione nada excepto el cobre y rasga. La frontera pide una garita y aqui se llama Cáceres y en Badajoz se llama Mérida. Una juntura de perineo estatal que no fertiliza porque la esterilidad no se cura arrancando olivos ni vendiendo postales de fin de semana. Luego está la universidad que es un ansia de Madrid con bailes regionales. Hasta la lluvia, hoy, parece un fondo perdido.

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