sábado, 13 de agosto de 2011

LA CRISÁLIDA

A Ella, quince años de Más.

La poesía, ese temblor anterior a la palabra, eso más allá del lenguaje, la víscera donde se engendra la lágrima es tu alegría. La maravillosa presencia de lo diminuto, de la ternura concentrada en la carne recién parida, recién llegada a la vida, carne reciente. Un labio erecto como un tallo verde, la expresión pura del instinto. Por ahí tu ojos, color de labio, perdiendo dedos. Juntas las manos, mana la savia, besas –los besos no se gastan nunca, me dices- anaranjas las pieles del mundo. Las mariposas te persiguen. Entran por tus oídos, revolotean por tu pelo, se posan en tus hombros. He visto abrir sus alitas y ver tu cuerpo palpitar en un abanico multicolor. He visto beber a los niños de tus dedos –yo lo he visto- y pedir más siempre más, más. El tiempo quiere arrancarte hacia sus oscuridades pero tú habitas en un espacio anterior. Contigo todo ocurrió antes. El después queda para las torpezas –gordito, eres precioso, si se me cae otro plato- y el rencor, el odio, y esas cosas de mayores. Ya sabes, yo si tu quieres, pídeme voy, perdona si llego tarde porque vengo del nunca al mundo maravilloso del siempre más.

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