martes, 14 de agosto de 2012

LA SALIVA

“Ladra el perro a su sombra y le responde su eco”.
Juan Ramón Jiménez.

Es la saliva quien cura las heridas. Lenguas que se renuevan para cortar la sangre cansada. El frescor del beso que tiembla inyecta alegría. Cómo desinflar los cúmulos de tiempo. Para qué seguir, para cuánto. Si ahora las noches nos son más que tiempo y las palabras silencio y las personas silencio apalabrado. Y hasta el silencio un hueco sordo sin más eco que las sombras. Y la saliva secándose por comisuras cuajadas, y los ojos llorando suciedades. Lamientos, secretías. Lo han tocado todo. Mi mentira, en cien salivas recogida, sin su cielo porque el aire -también manoseado- quemó su piel de agua. Como una enorme serpiente que devora los fondos se van posando las ilusiones. Por las noches vigilo las nanas que riegan las bocas. Quizá alguna noche de manos silbantes, engañen al ojo. La piel suda como un beso si el amor anda entre medias. 

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