miércoles, 17 de diciembre de 2014

LA ESTACIÓN

  "El buitre, un hombre honesto".
Hombre de Extremadura.
César Vallejo.

Cuando la lluvia da un respiro al otoño se puede salir a pasear el frío para ver caer la tarde desde La Estación. Diciembre tiene una monotonía de noche y un día corto como un caldo. El sol tarda una hora en quemarse. La luz -ese camaleón- agudiza la escena si encuentra nubes. Se podrían escribir aquí las glosas del cielo, azul de mar, etcétera; cuajarones que estaban out cuando G. y Galán. El sol proyecta un púrpura Chernóbil sobre la panza de una burra, ecos de un Almaraz con su risa naranja que se mofa de las dehesas que quisieron convertir el jamón en Iberdrola. Por aquí ya no pasan trenes. El minuto se ha ido de la nube que vuelve a su gris de escape y el naranja muta al bermellón de un piloto. Ahora el sol es la alarma de un mundo que agoniza. Un pensamiento que pisa el límite para volver al pantano que parece un pañuelo de metal tirado desde la ventanilla de un coche. A veces, en ese ocaso, es fácil regresar al chamizo. Recuerdas los caracoles con su rastro de hormigón y te das cuenta que no se puede escribir témpanos de hielo ni tiritan azules los astros a lo lejos. Existe una correa por la sangre que destruye los cigüeñales. Y pienso en el holocausto sonámbulo del orto. Y pienso que Lorca sabía que en cada atardecer hay un Nueva York que nace, que en cada pueblo las noches se ponen íntimas como pequeñas plazas y por la diagonal móviles de luz cansados de sí mismos. Desde la espina arrasada, cuando el silencio raspa sus ráfagas, lanzo una mancha. Nada de esto existirá dentro de ocho mil millones de años. Cuando la lluvia da un respiro al otoño se puede salir a pasear el frío para ver caer la tarde desde la estación, y pienso en la insistencia de la lluvia, el otoño, la tarde. Y siento su cansancio.

1 comentario:

@persios dijo...

Un futuro Chernobil detrás de cada otoño...
Y luego del orgasmo nuclear, la primavera.

Blogazo!