viernes, 18 de diciembre de 2009

LAS MAÑANAS TODAVÍA

Cuando leí aquello de la angustia existencial yo iba por la arcada. Ya es cansancio. Vivo de puntillas en un Braille caducifolio. Tengo la mirada de un niño que me cede ternura en caricias. Me da la mano y me da la vida, me habla y me serena. Y así voy apagando el despertador por las mañanas, creyendo todavía en el ser humano, en el humano ser del todavía.

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