miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL OJO

Desato la mordaza de la presencia con el silencio. Menos mal que sabemos que la poesía es un sueño convulso que cesa ante la mirada vigilante de la gente. El ojo es anarquía. Las miradas son vigilantes si son de la gente. Pero yo sé cual es tu nombre, cómo duermes. El resto me lo cuenta una mirada esquiva, una mirada que dice he sido yo, no me preguntes. Las miradas hablan en el ojo por ojo del misterio. Lo otro es jugar a la gallina ciega del deseo, dejarse llevar por los bultos. Yo al ojo lo que le pido es una mirada. Colarme como un gusano antes de que gire el párpado hacia otras cosas. Una vez dentro ya todo es un palpar de carnes, gemir el aire, jadear palabras sin sentido. Dentro del ojo se está pendiente de todo menos de la pupila caprichosa del color. En el ojo todo se tensa como una erección de líquidos. El ojo nace por la oreja, como el sueño mana de la saliva. El ojo tiene piel de cuello a lo largo de su espalda. El sexo se le aparece cuando se le insinuan las caderas en un párpado lento. En la presencia silenciosa de los ojos se queman las mordazas de lo esperado. Poco importa el qué dirán, tu padre o tus amigos. En el ojo se tiembla.

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