jueves, 16 de diciembre de 2010

LA RÚBRICA

Suelo soñar a tientas para no aferrarme al ombligo de la tinta. No quiero pensar que soy yo quien la tiene más grande y el nene más guapo. Pero hay veces que se tiene que sacar a pasear al perro por mucho que llueva humo porque si no se caga en el pasillo que es el lugar de las cosas importantes. Ser tonto pero no parecerlo. Incumplir con la rúbrica del banco, negarse a defecar a plazos por aquello del ahorro. Lo urgente se nos calienta tanto que no podemos negar que es nuestro cumpleaños, que tenemos que ir al dentista, que debemos ir guardando la salud para el domingo y darle importancia a peinar al gato. Así, vamos dando forma al cuarto oscuro de la soledad, enriqueciéndola con ruidos, con los bolsillos llenos de ojos y una gotera insomne de semenes de gato. Ya no exijo la luz para andar los días pero que no entren en mi cuarto con delicadeza, también la dulzura es violenta. Ya hay momentos en que vengo hablar de mi libro. De bondad también se mata.

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