jueves, 20 de junio de 2013

33

La soledad del hombre está en los besos.
Vicente Aleixandre

Quien pasa queda como la memoria del relámpago, quien brilla existe. Se fueron las noches duras sin nosotros para llegar al miedo, del labio acumulado. Vencimos el más cuando la tristeza sacudía su melena de vidrio. Estás, como el tacto que se esconde en los objetos, como la mancha tierna que deja la cucharilla del café. Vives en mi soledad como una ausencia sonora, y hoy te encontré en un recodo de algodón. Es el amor quien hace al labio en su cañaveral de noches, cartas y cuelga tu primero. El amor es el silencio de los buzones, un autobús que llega, una verbena que se marcha. Ahora reposamos el temblor para clarear preguntas. Y sin embargo se mueve. El agua es su silencio. Siguen pasando azules recortados de carmín y beso tu aliento a las mañanas con sed de babas. Sufrimos por la luz que dejamos, por las veladuras de carne escondida. Ahora, en este presente que no llega, camino por instantes ciegos de sombra, esperando el sonido del último diente. Vuelve pronto. Aquí está la flor cultivada por el látigo. El invierno –ese bulto del tiempo- ha pasado para llegar hasta tu cuello, final que se desliza.

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