sábado, 15 de junio de 2013

EL DESGUACE

La funerala, el charcutero y así. Somos gente de tanatorio, plañideros decadentes, vítores de pestilencia, algarabía. Somos la Viridiana exultada por Ettore Scola en Feo, sucio y malo, una costra al sol supurante. Celebramos la pérdida con un monumento, el éxito con un dopaje. Somos las ventanillas de Larra divagando por los siglos como ánimas. Somos los buitres del negro, somos el click traicionero de su foto y su macabra tristeza alegre. La alegría es la macabra tristeza de lo ajeno. Es ahí donde hay potencia. Un compadreo monumental al que no damos importancia porque somos cutres hasta para lo cutre. Escondemos la curva del pico para verticalizar la rapiña. Somos el mordisco grande del bocata compartido. Somos el céntimo de las gasolineras. Celebramos el mundial porque sabemos que luego vendrá la desilusión de los cuartos. Hacemos literatura del vengo hablar de mi libro, pero pasamos de Mortal y rosa y qué es MyR si no la lírica del desastre. Defecamos lo mejor de nosotros mismos y cagamos mejor que nadie, gente de mierda. La escatología tiene la tradición castiza de la picaresca para concluir que somos el siglo de oro de las heces. Un sobrante de buitres que pelean por su plato de televisión con que dar la espalda al cáncer de la abuela. Necesitamos el cariño de la desgracia, el mal de muchos problema de todos, para darle la papilla al niño. Somos la pregunta que se traga con el chupete Tenemos una sombra alargada de ciprés -esa forma franquista de hacer literatura- con la que tapamos la historia, la verruga y el labio adolescente de la ideología. Lo que de verdad queremos es quedarnos las sobras del banquete porque somos el papel de plata del carácter, la tartera de las emociones. El pelotazo viene de darle la vuelta al reloj de arena de la rapiña, y ahora que sabemos que la herencia es un jaleo de buitres enfrentados nos lo llevamos de blanco a Suiza que es el váter del dinero. Amnistía fiscal es un pleonasmo. Desde siempre el dinero es remisión, lo mismo libró de la mili, que daba un sitio en el cielo, que te convertía en Mario Conde que ahora llaman Luis Bárcenas. Un marxismo invertido, lucha de desclasamiento para materializar la historia en lingotes de ajenitud. Tenemos el arte del compadreo hecho excelencia (forma elegante del resentimiento), porque el hambre es una urgencia con forma de tortilla. Nuestra boina es una tortilla de luto que cambiamos por una gorra para reírnos del abuelo. Somos el yoreparto de la desgana, el silencio para todos y las fotos de recuerdo sin memoria. Hoy, con sólo llamar al teléfono del desguace una grúa impecable se personó a la puerta de mi coche para formalizar la chatarra. Firmé, tomé y hasta nunca, cabrón, que vengo de los madriles. Mientras Mari Carmen limpiaba su dolor de camas desechas con las palizas de su vecina y ya no somos más que un ombligo enorme donde esconden la cabeza una manada de buitres.

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