jueves, 18 de julio de 2013

LA PRESENCIA

A Ella y su silencio.

No se nace hombre. Se nace en un capricho inconsciente de egoísmo que el tiempo se encarga de fracasar. Solemos nacer de la inconsciencia del caos. Un súbito rayo -calor que tiembla- se enreda en los cabellos tristes de un verano que luego nos explican que era pura química. Es el amor quien hace al labio, el labio quien hace al hombre. Después del beso se comprende la violencia, llega el mar con sus palabras y a veces un ansia de relojes detenidos. El beso es una herida fresca de objetos. Luego se comienza al domesticar hasta que vuelve el autobús de lágrimas a llevarse los años. No se nace hombre, no hablo de gónadas, esa biología simple, hablo del látigo incandescente del ojo que tiembla, de la sin importancia vital de las cosas. Vivir es ir recogiendo las tardes caídas de la piel, es aprender lo estático, arrancar la poesía de sus raíces. Nadie sabe que el beso va por dentro, que hay un silencio que acompaña, una presencia simple donde el hombre se funde con el magma, una sangre tranquila donde beben las moscas. Cuando lo acumulado arranca una caricia, algo le dice al hombre que siempre y todo son un rato cuando se trata de ti.

No hay comentarios: