jueves, 5 de febrero de 2015

EL DIÁLOGO

Para mi sobrino
Andrés Marín Pérez
alias "Manolo".

Apuntes en una tarde de sábado.

Has llegado. Unas mejillas con bulto de mordisco sonríen inocentes. La inocencia es una mentira transparente, cerrar los ojos para no ser visto, hablar en alto lo que se piensa. Y te subes por mi oreja y me lo pides todo para que te lo demos todo y ahora y por que sí. Hablas dulce con el azúcar de las palabras recién aprendidas. Los niños son dedos que preguntan, que chupan las preguntas y las piedras para concretar el mundo porque aún no saben que el negro no es siempre chocolate. Y se tiran pedos con la alegría de un ronquido y se sacan los mocos con misterio. Tú siempre que llegas a casa, buscas un regalo. Los pueblos –tú aún no lo sabes- son lugares de viejo. En los pueblos, los niños comen aburrimiento. Te hago un apunte de poema y me respondes con vergüenza y me pintas de verde el cuaderno llenándolo de frescura. Me haces rayajos rosas en mis versos grises e intuyes que te quiero y vuelves a la carga con el marrón hasta que decido rendirme y no leo más para que la atención sea totalmente tuya. Y trepas por las sillas, y respondes a tortas a mis besazos. Los ojos te crecerán cuando el amor, porque ahora, son termómetros de sueño.

Al estilo Gloria Fuertes.

Manolo quería jugar a las tortugas ninjas,
como los niños... ¡como las niñas!

Las pantallas eran aburridas, eran todas parecidas
y le comían todas las vidas.

Y Manuel seguía con las ninjas.
-¡He quedado primero! -decía mentirijillas.

Y Jonás escribe que escribe
como si fuera Miguel Delibes.

Andrés decía de pronto:
-Anda, léeme no seas tonto.

Y Jonás se hacía el sueco
para ver qué hacía luego.

Y Manuel:
-Tío Jonás, tío Jonás,
léeme un poquito más.
Y Jonás cabreado:
-¡Este cuento se ha acabado!

Tu te hacías el aburrido.
-Tonto, feo.
Y yo que sí, que eso me dicen cuando leo.

Y tú sabes que parecen los niños guapos que juegan
a videojuegos de tortugas que dan saltos...
Parecen ranas, sapos... ¡y otras cosas que dan asco!

Se hacen muchas cosas en la vida
unas alegres y otras aburridas

Pero lo más tonto, lo más suicida
es que brille el sol, pase la vida
y tú con el móvil dale que dale
como si fueras un gorila.

Deja ya los móviles, lee un ratito.
Que de tantos botones
te vas a quedar bajito.

Lee, escribe, canta,
corre, viaja, sé alegre
no te dejes enredar
por juegos de tortugas verdes.

Jonás se calló.
Manolo le vigilaba.
Y poco a poco fue pidiendo...

Tio Jonás, tío Jonás
léeme un poquito más.
Y Jonás cabreado que:
-¡Este cuento se ha acabado!.

Manuel se aburre, ¡qué tío!
¡Y no sale a la calle porque dice que hace frío!

Me pega con la escoba
Me pinta los brazos con sus colores
y si tu le pintas a él, hay que decirle: ¡No llores!

Un niño aburrido
es un pájaro enjaulado.
Un pececillo
que vuelve de ningún lado.

Finalmente se aburren, se cansan, se duermen
y sin que te des cuenta, se acurrucan y ni los sientes.

Un niño es una pluma que no escribe ni miente,
solo vuela, juega, come,
y se duerme de repente.

Yo lo oigo (¿no lo escuchas?)
en sus sueños me provoca:

-Tío Jonás, tío Jonás,
léeme un poquito más.
Y su tío cabreado...

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