miércoles, 11 de marzo de 2015

LA AGNOSIA

A Joaquin Jordá.

La enorme boca de la certeza se va cubriendo de polvo. Este calor de lagarto confirma que la piedra sigue viva –un águila pasa con su rápida sombra- y en los paseos vuelve el ruido a esconderse en agujeros. Vamos a la distancia (en otro quizá del tiempo) ahora que sabemos que el espacio no se crea ni se destruye. Con la naturalidad de las flores el tacto se va. Es el calor de los reptiles, la agnosia del espejo frente al espejo, la huida del conflicto cuando vuela la sombra. Debo ganar el olvido a mis actos, eliminar mi nacimiento ahora que apenas sé de mi infancia. Todavía (ese gancho afilado a la memoria) quiero escupir a los sapos, todavía pienso en látigos de sal, en cómo confundir a la imaginación con mis recuerdos. Has cerrado tu oído como un ojo, besas con la pasión de los niños, en este sol que enciende las alergias. Perdón y culpa son una misma liturgia, una miseria más, otro programa para quemar los televisores. Ya no pido que me mires, ya sólo busco tus ojos. Me gusta sentir el crecimiento, por eso no me molesta la ira, ni este sol que me lleva hacia adelante del cansancio.

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