miércoles, 6 de julio de 2016

LA REPETICIÓN

Se puede componer otro poema y preguntar. Se puede volver al engaño de la rima, al corazón oculto en la metáfora. Cuando se escribe –cuando se vive- hay trucos que resultan, técnicas para tocar las emociones. Pero hay un más allá que está más cerca. Hay un alcance cotidiano de las cosas que sorprenden. Ese darle la vuelta a la palabra, ponerla de pie como una L de Lorca. Por eso un día el ojo que tu veías te ve y acabas diferente. Hay que mojar el pincel para limpiarlo, mojar en el silencio la emoción. Hay que cultivar el ojo, sembrarlo con guiños nuevos, podarle las pestañas, darle forma de labio hasta que muerda. Y si se niega, y si se encuenca de espanto, dale el capricho de que sea, porque también se goza la intrascendencia.

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