miércoles, 31 de octubre de 2018

LA LENGUA

Cuando la pose deja de fingir hay que romper los espejos. Desear que los libros ardan, que se esparzan las cenizas y se disuelvan los epitafios con el primer orín de un gato. El último cuchillo ha muerto. La risa ya no depende de mi. No hay muerte más grande que enterrar nubes de bronce. El sueño abre la boca cuando cierro los ojos. La última baldosa vibra si la miro como quien pisa las huellas del siempre. La erre tiene eco. El colchón una historia sin matices. Los cuerpos dejan huella como muecas en la cara. El tiempo arrasa. Todos los días nacen preguntas hacia el quién (yo que versaba paraqués). La espesura adentra claridad. Un abuelo viola los cuentos de su nieta, mientras la niña masturba baratarias paralelas. Hay que enriquecer las bolsas de basura piensa un perro, sugerir flores nuevas a los pétalos. Tensar la piel para encontrar la lengua que nos coja de la mano. Mentir a lo imposible. Volver a llorar parques.

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