martes, 11 de diciembre de 2018

EL CONTENEDOR

"-No se te olvide mandarme enlace a tus viñetas...
-Te escribí ya un mailo... mira los spam"

Spam: correo basura.

A Pablo Gadea

Desde el ático no se ven los contenedores ni los ancianos que rebuscan en la basura del portal. Desde la terraza, el humo decora la melancolía. Desde la altura todo es condescendencia. Con el tiempo, la vida pone el contenedor en su sitio. Nacimos en la huella saciada del mundo, en la pavesa ideológica del privilegio. Por eso nuestro hambre viene de la metáfora. De las minucias interiores que acaban en suicidio. Desde el ático se oyen niños y televisores como bromas infinitas. En la cima no hay lugar para las frutas podridas ni tiempo para la tensión que surge de la vergüenza del hambre. Nuestra humillación reside en el qué dirán de los abrazos. Llegamos al agujero mirando a las nubes y ahora rebusco entre Viagra tu oxígeno virtual. La podredumbre no huele. Es una oficina sin espacio. Un ojo que se mira a sí mismo a través de los demás. Es el gatillo binario de las amenazas. En el jardín de los iconos encontré recuerdos. Era la ciénaga iluminada de un crédito express. Somos la carga del lodo, la química de un algoritmo que sangra. Un dolor sin horizonte, un contenedor sin fondo, un abrazo que llora porque olvidó su contraseña.

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