lunes, 17 de octubre de 2022

EL LATIDO

Puede ser la gana, el capricho del ánimo que nos empuja a coger el autobús para dedicarle un ligero interés a la nada. Es el impulso afable que nos ocupa lo inmediato. La tarde del miércoles, el puente de los santos sin gasolina para el coche, la paja pensando en la vecina del quinto o el donut de chocolate. Ese paso de lo enseguida va dejando su rastro de baba, su historia de accidentes y memoria. Invisible como el autobús que va por Piedrahíta. Es la dinámica del caos, de la existencia que ocupa espacios, tiempos y ambiciones. Ser del Atleti o aquel hombre que se levanta a las seis de la mañana para olvidarse de sí mismo mientras se gesta el cáncer de picha. Son las mariposas que alimentan posibles tormentas. Es el “que no se me olvide la tarta” y “qué hijo de puta es Carlos”. Fugacidades, inmediatos, distracciones. Latidos que piden otro botellín, acariciar al gato y darle un beso a la mejilla de la abuela. Preliminares de la nada, importancias totales, agujetas de la mente que no se sienta a mirarse las manos. Pan de misterio. Despertadores que nos llevan al Metro de las lentejas con chorizo y mandarle un wasap a Manolo. Esa greguería que se esconde en la nada de todo y que solo ve Ramón en los eslabones de las norias. Da igual si ese tirón consiste en pintar de azul los maceteros o ganar Estalingrado. A efectos de la nada es todo y viceversa. Y sin embargo se mueve. Ese movimiento, ese tiempo, nos ocupa y preocupa. Nos llena de ambiciones, versos e incertidumbres. A veces, se vuelve ojalá, otras un silencio donde cabe todo. Ese latido que nos lleva por la mano de la vida sin que nadie lo mire.

No hay comentarios: