jueves, 16 de julio de 2009

DISNEYLANDIA

La sonrisa inicia su declive a la mueca que el tiempo acaba en gesto. La palabra, entreverada en bosques que no dejan ver el árbol, el ojo ni nada. La distancia se acentúa cuando podemos tocarnos. Y no nos tocamos nunca para no saber si cuarteamos al contacto. Cada uno seguirá su calendario, su hormiga y su negrura. Nuestra coyuntural alegría proponda las poses, la foto y el facebook. Nada acontecerá para quien ha nacido nadie y no quiere nada. Una nada sosegada en píldoras detendrá el efecto invernadero de la idea. El dinero aplacará lo que quedaba de inocencia. Con todos los misterios resueltos la entrada a Disneylandia será gratuita. Nadie sabrá el porqué de las piedras, las páginas ni los abrazos. Se pierden los amigos como se pierden las cosas. Dónde nos dejamos la mirada, dónde nos dejamos los ojos, dónde perdimos la vista si nunca leíamos nada. La navidad llegará como llega un cumpleaños. Los móviles harán el resto. La distancia seguirá su curso incansable desde el abismo cínico de la mueca.

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