miércoles, 13 de octubre de 2010

EL TELEDIARIO

A veces se mueren los hermanos. Si se muere un hermano la habitación pierde el olor a muerto con fotografías de alcanfor. Se llenan mejor los armarios y como si nada. Amigo es una palabra que se escapa. En la vida sólo se comparte el excedente. Compartir la carencia no es solidaridad es ser un vulgar hijo de puta y eso no te lo perdona ni tu mejor hermano. Lo que gusta es la abundancia, la teta grande, el vaso ancho y otros derrames. Procuro tener hermanos que no me escupan cuando hablan, tener un padre de mi edad dispuesto a enseñarme a llorar, jugar al póker y atarme los cordones. Últimamente he tenido dos hermanos y una hermana (con la ilusión que le hacía a mi madre). Los amigos se van con el aguinaldo y no vuelven a cantar nunca. Se compran una tele plana y lo pasan todo por ese rasero. Barriendo la habitación, saqué un amigo de bajo la cama, consumido, lleno de telarañas, no sé el tiempo que llevaba allí. Esperando qué. España tiene 8114 municipios. Duermo en 750 cadáveres damasianos. 1369 libros. 5 hermanos y 1 hermana. Son los números de mi reloj. Que las tardes no tengan risa no importa porque la fecundación in libro no es misterio para los onanistas. Sólo valgo para un cortado. Cortado. Corto y no cambio. Los cadáveres los guardo como primaveras sin cuajar. Por las mañanas es cuando pienso en la soledad. Una hora menos en Canarias.

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