miércoles, 11 de mayo de 2011

LA MADRE

Me debes el perdón mortal del amor. Luego iremos llenando tranquilamente los marcos con las fotos, las tardes de calor, las noches de sueño, la nana soñolienta que crece junto a nosotros. La madre siempre es mi madre. Las madres sois croquetas. Andas con tu silencio guardado como si fuese el último hijo. Si de bondad se mata de silencio se grita. Te debo tanto que nunca seré yo mismo. Qué vulgar suena el cariño pero las madres, mi madre (ay, la reme) ya es toda maternía que concibe los pechos del mundo. Tú quieres sentir que yo te quiero, y yo quiero decírtelo.

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