miércoles, 12 de noviembre de 2014

LA SOMBRA

"¿Por qué enfatizar la nada?".
Francisco Umbral.

La vanidad es una venta, la publicidad impúdica de uno mismo cercana al cotilleo. Mostramos la intimidad como intento de empatizar, de llegar al otro por la vía corta de la emoción. La vanidad, vende nuestro miedo. Paseamos por el barrio rojo de la nómina o el aliento, algunos hasta le besan la mano al rey de Suecia. Vender como simpleza es pan para hoy y hambre para siempre. La venta que dura es lo íntimo emocionante. La venta como cualquier otra carne debe incorporar un brillo, un detrás que justifique, una figurita en el roscón. Por eso nos convence el silencio. El lenguaje explica pero sólo la emoción seduce y vamos conformando nuestro debería. Así el labio bajo el carmín con su frescura líquida. El cosmético se detiene como un maniquí del instante. El capitalismo es la venta de la venta, el vacío con lazo. Al final sólo nos quedamos con los libros porque roto el pantalón -crecido el niño- la ropa no sirve. Alimentamos al gato porque el hámster no trasmite. Y guardamos el plástico del ayer por si hay que descambiarlo pero su realidad es ya un futuro que emociona. Sin sentimiento no hay producto ni hay nada. Es el verso como servicio, como praxis, como dios manda. Todo esto lo saben bien los niños con su intuición recién abierta, despreciando los regalos para imaginar el cartón de la casa/caja.  Detrás de la luz: la claridad o la sombra. También la verdad se muere.

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