lunes, 16 de enero de 2017

LA GUITARRA

A mi hermano,
Abel.
El tiempo, como la cerveza, va perdiendo su espuma en marcas de cristal. Se te salió la tristeza en un acorde y te mirabas por dentro como si fueras un violín. Comprendo tu pena en las preguntas de todos. Es otra desgana de silencio –comes poco- de palabras sin rumbo. Sin rumbo, sin más futuro que un presente de insomnio y Almax, vas tocando. Tocas. Tocas para sentir el tacto de los barrotes –en la libertad está tu cárcel- y te das igual con certeza y asco. Tu sombra desprende auxilio con inmensidad. Y no quieres llorar pero lloras porque no hay más dentro. Toda sangre tiene su domingo, también la emoción pregunta y las cuerdas se rompen y se pagan las cuentas. Tienes la belleza oscura de la noche, la atracción blanca de la risa, la amistad sincera del adelante.

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