A Mónica.
Hay un lugar donde todo está
en su sitio. La mirada en el ojo, la caricia en su sitio, el oxígeno en su sitio. Volver, salir a la calle fanático de sitio. Oliendo las esquinas de perros
y fútbol como quien grita un gol atravesado. Tu presencia ordena el mundo, mi
frente devuelve las nubes, los niños se sientan y la casa se recoge. Eres lo nítido,
la suavidad que hace al alma. La risa que despeja incertidumbres, la lejanía
difusa que me envuelve. Un diente para ti no es nada porque para ti no es nada
nunca. Ya voy siendo el niño que adoras, el hijo atroz que no tendremos. Voy sintiendo
el borde de las cosas y la seguridad verde de tus ojos.
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