El granito
pica la memoria. La carcajada tiene boca de
burro y no se hizo el clítoris para la lengua de Dulcinea. Hay que elegir. En
la elección hay derrota. Elegir es señalar, buscar lo grande, renunciar al
instante donde ocurre la vida. Entre la g y la x hay una polla enorme de
silencio. Hay una vida de fiebre que sospecha. Hay fetos podridos de semen,
semen en los diccionarios, emociones muertas en aquel hostal. Recuerdos que acompañan
a la soledad del mundo para que el mundo pueda ser. Y detrás del debería, un etcétera
de asco. Y seguimos verdugando, degustando la pimienta del engaño. Sin pureza
no hay cuerda para suicidas. Para la muerte y la risa es necesario un total.
Por eso en el orgasmo se cierran los ojos, por eso el calendario cambia cada
año y el reloj se mira en las muñecas. En el ojo ocurre la vida. Qué importa un
tobillo. Qué importa una espalda si por su g resbala el tedio. Hay que regar la
piel, quitarle el costrón a lostequieros.
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