miércoles, 19 de septiembre de 2018

LA CASA

"Pero yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa".
Federico García Lorca

La perplejidad, la emoción perpetua, regresa. Me paro y reparo en que bebo agua del mismo vaso, del mismo grifo en la misma casa donde me crié. Las emociones se han ido hacia reversos dinámicos y no siento las ramas de las raíces. El latido inmediato me recuerda que sigo vivo, sin otra certeza que el pulso que me alienta ni más aliciente que volver a disfrutar. El gozo no necesita preguntas como una norma que rompe nuestros límites o quizá..., quizá ni el quizá importe. El fracaso prematuro dura más pero duele menos. Su intensidad viene desde el siempre, desde la losa del "otravez". La educación, el aliento del amor, el heroísmo esteril de querer como debía, el único fracaso. Y sin embargo sirvió. Llegué a lugares que desconocía de la mano de la saliva, perseguí el tacto de lo imposible, todavía, en ocasiones, siento ese calor. La perplejidad, sigue viviendo en casa.

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