“No perdono a la vida desatenta”
Miguel Hernández
A Pablo Gadea
Sufres, como el vaso de agua. Tienes la
lengua llorona, el ojo sensible de los cactus, temblor. Un cigarro
hamaca tu sonrisa. Llueves. Fulminas las ganas con un “claro” que
suena a la piedra del pozo. Tienes la frescura que hace olvidar y una
palabra que saca la cabeza para entrar en flor. Hay que sufrir mucho
para dilatar silencio, tocar el agua del misterio y no hacer caso.
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