Duele, la tristeza en polvo de hojarasca. El niño me habla con palabra
torpe, y su pureza me coge la mano del alma. A veces vuelve la poesía
y se instala en mi frente mientras el paisaje baila. A veces las
cortinas se mueven de memoria y cruzo tus ojos para adentrarme,
con la cuchara del verso, en el error. Tu abismo trasparenta razones.
Y puede llorar un gato cuando crecen las macetas. A veces siento que
la poesía no volverá y la veo marcharse con mi hijo.
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