jueves, 16 de mayo de 2019

EL INTRUSO

Como el chispazo de memoria del perfume, como la súbita tristeza que proyecta una nube, como una canica bajo la cama. Los libros se miran extrañados con sus ojos de girasol. Son párpados de tiempo. Como un nieto en la Residencia, como si todos los segundos cayesen en mi cerebro, siento la pregunta de las gotas. Soy el extraño que entra a preguntar. Preguntar es la extrañeza, por eso está fuera de sitio. Somos la repetición desconocida. Un misterio que llora sin saber. Quizá por eso, a veces, el intruso aparece en mitad del humo y sube por la risa para señalarme con el dedo. Otras veces entra en mi cama, canta mis canciones y me roba la alegría. A veces habla por mí, y se parece a quien creía. Ese a quien siempre recuerdo cerca de un verso, tocándole el sonido, con su dedo extraño.

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