viernes, 21 de mayo de 2021

EL MONSTRUO

En el espejo hay un monstruo que se parece a mí. Tiene los mismos rasgos e imita cada gesto que hago, aunque no sabe lo que pienso de él. La bestia sale con sus palabras fuera de tono a cerciorarse de que la imagen es falsa. «Soy mucho peor de lo que ves». Hace siglos que estoy tan lejos de mi hombro como de mi hambre, que no soporto la pereza de mis repeticiones. Que me cansa el cansancio de cansar a quien me sufre. De tan harto ni duermo y me regocijo en la soledad solitaria del insomnio, en el movimiento de las hormigas, en la horas en que la noche hace posible las cosas. De repente, el libro saca su lomo, la idea su palabra, la piel un lunar nuevo. Cómo he llegado a este espacio sin tiempo, a este segundo -ese- que parece sacado del nunca. Y a poco, el monstruo se diluye con el bálsamo de otra palabra que respira. Y cuando pienso que ya nada puede ser, vuelve la repetición del sueño con su cama repetida. Las sábanas crecen como telones, las persianas se afilan como guillotinas y la luz como un lamento que lanza su claridad de siempre. Repito la queja que alimenta al monstruo que se mira en el espejo e imita cada gesto que hago, pero no sabe lo que pienso de él. La bestia sale con sus palabras fuera de tiempo a cerciorarse de que la imagen es falsa. «Soy mucho peor de lo que ves».

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