sábado, 21 de junio de 2025

EL RITMO

Te conozco tan bien que te sigo buscando. Sigo al amplio horizonte de la ternura, esa que extiendes como una tarde en abanico, porque renuevas el tiempo con asombro. Tienes un caramelo que baila sobre el nervio funambulista de las piñatas. Vuelvo a ti por la cetrería del futuro, por la memoria inversa del telón abierto. Creces y me llevas de la mano. Fabricamos el afecto porque vamos hacia el somos. Comenzamos a ser los viejitos que bailan agarrados a la sonrisa como si fuéramos nuestros propios hijos. Parecemos un mundo antiguo, habitantes del pasmo que tantean la misma mano, la que pides que no suelte porque se caerían los besos. La costumbre crece y da frutos distintos (esto viene porque que me flipan las plantas, ya sabes). Ya sabes casi todo de mi casi nada. Maternalizas mis libros, acaricias mis versos con tus oídos atentos. Aplicas remanso a mis latidos. ¡Qué lejos vas a mi lado! Sé que eres quien todavía no está. Sigo en el arco. Sigo en la espera como un aprendiz de ritmo. Ahora sé llegar a casa y encender la cara si me llamas, estarte cuando te ausentas, sernos cuando te vas. Chupar el corte de la costumbre cuando saco dos cubiertos y no hay nadie. Me aproximo a lugares donde escucho a la belleza y reclino mi cabeza en el rumor de tu aleteo. Sé que algo pasa y me contenta no saberlo.


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