viernes, 12 de noviembre de 2010

LA RISA

Lo de que sólo existe tragedia, y es el rebote en lo más profundo del pozo donde nace lo cómico, ya lo he escrito. Todo es tragicómico porque todo es drama y por extensión todo hilarante. Es una tragedia pensar el trauma educativo de un hombre trajeado de gomina y su altanería brillante nos carcajea cuando un pájaro libre le defeca la corbata. La tirantez es una broma por venir porque el elástico se rompe con tanto estiramiento. Eso es así. El gesto, la pose, la decoración, son los tres términos que enumeran los derechones porque no saben escribir ni aciertan con el sustantivo cáscara. Te lo dejan a huevo para decirle rastacuero que era lo que decía Baroja a esta gente de olor a maleta cerrada sin viaje. Los que hacemos trampas al porro porque nos gusta la tragedia, andamos con la risa en el tuétano de la lágrima y así es todo ganancia. No hay nada de heroico en lo inevitable. La broma infinita de la que hablaba Foster Wallace. El humor no es un sentido, es un sentimiento. Yo siento el humor cuando me pongo serio, con perdón. Me basto y me sobro para reírme de mí mismo y hasta de los demás si no quieren. Porque no hay cosa mejor para la guasa que un serio revenido. Hay serios recalcitrantes que no quieren oir hablar de un chiste ni que le digas nada acerca de su tragedia porque son partes de su todo que se van por el desagüe líquido de la pena. La gente no quiere eso. La gente quiere dinero, que ya compraran el monólogo a diez euros la entrada y el cubalibre largo de barra, a poder ser americana. El humor es cosa de serios, de trágicos. De gente excesiva que no quiere quedarse la hostia dentro y la escojona. A mi la risa me llega siempre dando el pésame. Lo siento. Je.

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