jueves, 13 de marzo de 2025

LA LIMA

Hay un sonido que se siente, una angustia de metal, una ene donde golpea el yunque de la ira. Es el silencio del reloj de arena, el lenguaje imposible desgranado. Es hacer el cubo de Rubik con el dedo índice de las pestañas para ver si así se entiende, pero no hay manera. Otravez pesa como nunca porque es un siempre de pistón. En esa ene horizontal de los días se envidia a la clorofila, se desea el rubor de la metamorfosis como el humo de un pulmón adolescente. Tiene la tensión del cráneo y las encimeras. Es la emoción a venganza cuando se pide justicia y la mirada que se sincera. A veces se cae como el helado inverso de las persianas, a veces como el cubo derramado de las goteras. A veces fogonea la pólvora de la memoria para no morir en el oasis del rencor, y se escurre por el sumidero paterno del «qué le voy a hacer si es mi hijo». Es ese chino. Es la resignación de amar y olvidar mucho y leer «quélevoyahacersiesmihijo» para no tocar la emoción recién pisada. Es el «ahora» cuando sabemos que «es imposible». Ese instante de mercurio, esa fiebre líquida que se va por sumideros de bronce. Que no se caiga el bate, que no se abolle el traje del coche, que no se distraiga nadie. Como una pasión de hélices melladas solo quedará el aire. Ese revolcón de grava con ínfulas de irse a por tabaco. Después de tanto todo para nada, quedan las migas de pan de un remolino en que ningún gorrión se fijará. Vamos, ya ni el silencio es lo que era. Ya no solitreas como antes. También escondieron la cuchara. Ahora todo se distrae como una noticia, como una torcedura de memoria del que no quedarán fotografías. Baldosas de lengua viva, fuego quemante sin calor y secuestros de mano. Asco limado por lo que acaba de repente como si

No hay comentarios: