sábado, 13 de agosto de 2011

LA CRISÁLIDA

A Ella, quince años de Más.

La poesía, ese temblor anterior a la palabra, eso más allá del lenguaje, la víscera donde se engendra la lágrima es tu alegría. La maravillosa presencia de lo diminuto, de la ternura concentrada en la carne recién parida, recién llegada a la vida, carne reciente. Un labio erecto como un tallo verde, la expresión pura del instinto. Por ahí tu ojos, color de labio, perdiendo dedos. Juntas las manos, mana la savia, besas –los besos no se gastan nunca, me dices- anaranjas las pieles del mundo. Las mariposas te persiguen. Entran por tus oídos, revolotean por tu pelo, se posan en tus hombros. He visto abrir sus alitas y ver tu cuerpo palpitar en un abanico multicolor. He visto beber a los niños de tus dedos –yo lo he visto- y pedir más siempre más, más. El tiempo quiere arrancarte hacia sus oscuridades pero tú habitas en un espacio anterior. Contigo todo ocurrió antes. El después queda para las torpezas –gordito, eres precioso, si se me cae otro plato- y el rencor, el odio, y esas cosas de mayores. Ya sabes, yo si tu quieres, pídeme voy, perdona si llego tarde porque vengo del nunca al mundo maravilloso del siempre más.

viernes, 12 de agosto de 2011

LA RENUNCIA

¿Qué, por qué? –dirán. Usado como el sudor de otro. Sonrisas desencajadas, ojos sin luz. Presagios de fuego sobre los niños que lloran. Las manos caminan por la frente sudada de un sudor ajeno. Los ojos trinchados sobre alfileres, disecados. Enjambre de hombros difuminados por el espacio del tiempo. Nadie entenderá la música –qué música dirán- porque nadie asumirá el temblor. Monosílabos que se acentúan en un empujón, como un fogonazo de lo que fue un amigo. Agua para fingir claridad, fingir por fingir porque las matemáticas no mienten. Menos más menos no es siempre más y un 3 binario se convierte en fuego por el aire. La obscenidad de los gestos cortados –qué obscenidad dirán- por el dolor silente de las mitades. Y las tardes de plomo anuncian inviernos de hielo, un hielo usado, derretido como el hielo de otra mano sin luz. Y cuando las palabras se derritan y ya nadie entienda el color, cuando las melodías –qué melodías dirán- lleguen vacías al tacto de los dedos, cuando el lenguaje no sea, todos pediremos un agujero en la luna para salvar las avestruces.

viernes, 5 de agosto de 2011

LA FLOR

Lo que tú digas cariño. El es el tiempo de la policía. Que la contradicción nos coja tirando la piedra y escondiendo la herida. Las cabezas se abren como flores, como amaneceres nocturnos sin rocío. De la pregunta, ahogaron la pregunta. De la duda, silencio. Lo que tú digas cariño, y llamar al gato para perder la noción de la sangre. Huir del sufrimiento por el siseo del gato es llegar a las tardes solo. Mamá mamá –solloza una madre sin televisión- mi tesoro, hijo mío. Se ha encendido una pantalla. Como una enorme luciérnaga por las piedras de mayo. Sobre el plasma enormes moscas ruidosas. La fluorescente luz verdosa encierra el miedo, arrasa las pupilas de unos ojos que no ven. Sobre el asfalto miles de voces acabaron con el eco de los coches. Sobre el horizonte una enorme sopa. Skyline de lágrimas con sed. Luego -también el luego se acaba- se posará el sosiego en las llagas del grito. Ahora es el tiempo de la piedra, la flor abierta y los niños -¿quién trajo a los niños?- con los ojos en la mano.

jueves, 4 de agosto de 2011

EL BARROTE

La clorofila verde se bambolea por las hojas en una suave marejada. Sobre lo alto hay luces con lo que eso conlleva. Un ave nocturna -sé que no es un grillo- acompasa el humo como si fuera el último recurso con que calmar el verano, un estío que nació con toldos, antenas y urnas llenas de serpientes. La piel es una esperanza, otra pérdida. Los cuellos, la cintura, todas aquellas tersuras con que ganar el sueño se ajaron mefíticas en la cárcel de sí mismas. He visto el dolor de sentirse libre bajo los pechos entecos de lo desconocido. Auscultar el beso como si fuera el absurdo matute de la vida. Durante la pelea los barrotes gimen su dureza como una pena. Se duelen de sí mismos, y luchan a garrotazos para liberar su culpa de hierro. La carne se tiene miedo. Nos queda el más, nos queda el todavía. Han cerrado los parques –identifíquese- y los niños rozan los cuarenta sin reyes, ni rollos ni pedos ni cacas ni culos. Bob esponja, Calamardo, Hommer. Seguimos sin contarnos las cosas, marchitando la vida con madrugadas obscenas donde ya no folla nadie. Y hasta las hormonas sueñan con gimnasios de cera -he visto vírgenes llorar bramante cuando una llama le apretaba el coño- y depilar jerseys de lana, y limar las uñas al gato, y poner tapones al bafle para que nadie se deje llevar por el ritmo de la vida –¡oh, si es que existes!- antes de morirse.

miércoles, 3 de agosto de 2011

EL AMARILLO


Para Abel, Alfrel, Julián y Pablo, que me enseñaron a beber whisky del desierto, Marlboro con coca-cola y buscar la máquina del ron por las playas de Barbate.

Descubrir que el amarillo brota en cascadas, que la frescura es una ele rural que nunca le negará un beso -sólo por eso- al pequeño Alfrel, y luego, cuando se oscurezcan los gestos, cuando el verde etéreo de las noches risadas, al comenzar el sonido de las miradas cómplices y jugar al juego de las gomas musicales, suavizar el aire para sentir el aliento, beber canañescas lágrimas de alcohol cuajados por gramos de arena. Ignorar el sexo del lenguaje, transmitir la alegría de la palabra juntos, revueltos, allegados. ¿Existe alguien que no sepa nadar el agua de las playas silenciosas, acaso no entendéis que existe el momento latente de los bigotes, cómo explicaros que la vida pende del hilo de una tanga? Cómo sentir, -agus, sentir se siente o no hay mar- que la ventana es un recreo si lo pides con cariño, que los recreos los absorbe el agujero negro de los pezones del mundo y acabar la desnudez por los micrófonos del agua. Saber que la amistad no es una técnica -es un Técnico-, que se puede brindar con las gafas de sol por el camino de las muchas tardes. Y escribir, como un agradecimiento bien nacido, que se pasa de los niños, de las tragedias de las cortinas, del cubalibre sin hielo y sin cocacola porque en Somalia se bebe Whisky del desierto.