viernes, 9 de septiembre de 2011

EL NEGRO

Si se riega y hace sol, germina. La sangre fluye debajo de los cráneos como la lágrima debajo del grito. Y sus labios macerando el silencio por el suspense del espacio. La llama crepitó como las flores nocturnas, como la inevitable intimidad de las hogueras, como la conversación enamorada. Era el tiempo de la policía. El online binario de la imagen rompía las olas milenarias del futuro. El asfalto hacía su camino. De los surtidores manaba el llanto. Todo tenía un cierto olor a negro, color sangre quemada. Los brillantes ojos vigilaban la luna -moneda llena- que contemplaba los satélites y en Nueva York gemían las ventanas a las ventanas del mundo. Los bosques con los bosques, las piedras con las piedras y muy pronto nació sobre la arroba un sorprendente tres luminoso. La flor dura lo que dura. La primavera es importante. El maravilloso caos del otoño es su comienzo.

EL ABISMO

Tirando del cabello llegaré hacia ti. Llegaré hacia el septiembre más lejano del gemido. Sosegado, preguntaré tu nombre al sonido, a la voz trémula de las caderas, al misterio último de las ingles. Comenzando la pérdida se tantean los principios para amarrar las preguntas de la grieta. La inquietud se clorofila, se vuelve una niña que pregunta, que se toca y trepa por tus oídos. La vida partió de la saliva donde lenguas vaginosas engendran susurros, claridad que traspasa la noche de la palabra. Y en la confusión mordida del aire llegó una burbuja de piel, con su cuello y sus gomas apretadas que sonaban. Y nadie supo -¿quién lo sabe?- mecer el tiempo del mar. Cuando se llega a la orilla del amor surge el abismo. Tirando del caballo trotaré hacia mi saltando sobre la playa.

viernes, 2 de septiembre de 2011

LA PALOMA

"Se equivocó la paloma,
Se equivocaba…"
Rafael Alberti.

Un gemido removió la ceniza equivocada y la piel se irguió de nuevo como un tallo retorcido por la mano de un niño. Jugar con los cuchillos es jugar con los relojes. Las palomas nunca miran al sol porque vuelan hacia la luz profunda del abismo. Hay que detenerse en la esfinge del azul para no pudrirse en la arruga gris del desengaño. Que las mañanas no sean nunca mañanas y el todavía un mañana, y hasta los besos del hoy por hoy un mañana. La ceniza no tiene sentido equivocada, sigue siendo ceniza, el poso inerte de los parques, la uña de las caricias. Sufrir por el debería es sufrir menos. No hay peor muerte que la vida revivida. Hay que pulir el aire con soplidos. Amasar las tardes con la valentía del vuelo. En el corazón se piensa con sangre y la neurona es su lágrima. No escondas la cabeza en el silencio de la risa, no mires a tu hermana ni a tu madre ni mires ya nada más que a tus ojos que son alas y las alas vuelan y el volar es mar, instinto, fuego. No hay que tenerse miedo. Si lo sientes, alguien roba la llave.