miércoles, 29 de abril de 2009

UMBRAL MAILER

El adjetivo psicológico lo manejaba Pla como nadie. Te convertía las sopas en tristeza y te daba una alegría en cada fideo. Baroja manejaba el adjetivo verde gruñón que es el adjetivo de las casonas vascas del medio siglo. El que mejor conoce el adjetivo es Umbral porque lo convierte en metáfora y entonces todo es poesía. Umbral escribía muy bien porque no fue a la universidad y se dejo la vista leyendo. Lo de las gafas a lo Bartolo fue un capricho de su bufanda para completar el seis de su retrato literario. Tan importante como ser gilipollas es parecerlo. Leyendo a Proust se entiende mejor a Umbral y a Machado que se ocupó de él en el discurso que no leyó para ser académico. La Prosa de Machado es mejor que cualquier novelista del siglo XX por muy poeta que fuera. Umbral se marcaba una biografía por cada autor que le molaba y así Larra, Lorca y Valle Inclán son mejores desde que a Paco le dio por ahí. Umbral era muy oftalidón por eso Bukovski le gustaba, como Mailer y Nabokov. Yo ando con Los desnudos y los muertos y estoy disfutando como si tuviera catorce años y leyera El Quijote vez primera. No hay nadie más Quevedo que Cervantes. Bergamín es otra cosa. JB se acaba en sí mismo que es la única forma de ser infinito. Mailer se escojona en la cara de Dos Passos porque la literatura o es profunda como la emoción o no es. Yo le debo a Umbral muchas horas de lectura y voy notando, incluso, que las pastas de mis gafas se tromban mientras le nombro. Umbral, en definitiva, se quijotizaba las mañanas con hielo porque si no el whisky no pasa. A Paco le gustaba follar y ganar dinero. Lo de follar lo llevaba a gala que es la forma que tienen los pajilleros de llevar su monogamia. El sexo es cosa de solitarios. Cuando se hartó de ganar pasta se contentaba escribiendo, se follaba las letras, vamos. Esto viene a propósito del adjetivo que es la hermana mayor de las palabras por eso el verbo, el nombre, el verso, hay que adjetivarlo bien, o sea, mirarle donde pega los mocos.

jueves, 23 de abril de 2009

VERDOR

Si la elle suena a cariño la erre suena a madrigal susurrado al oído cuando el sol amanece. Albur, temblor, verdor. La mañana es un buen momento para el verdor porque la clorofila está recién oxigenada y eso se nota. Los tallos se flexionan como músculos jóvenes y con un viento ululante tratan de tú a los despistados grillos. Luego llegan peregrinos caminantes buscando la foto de domingo con la tortilla de patata. Farfullan un saludo bajito para que no se note que vienen de Holanda, pero se les ve la niebla en los ojos. Lo bueno del verdor es que huele a amarillo mojado. El amarillo es un olor hambriento y estropeado que solo agrada si se le riega un poco, es un otoño disecado que solo brilla si se le quita el fulgor del marco y se toca con los dedos. El verdor se mueve. Siempre tiene un poco de viento o un poco de sol porque el calor dilata y ensanchar es movimiento. Si no se dilata viene la cesárea y eso más que verdor es temblor y fluideces rojo y negro. El granito es un poco verde porque es un poco frío, por eso, en todo verdor hay roca. Escribir es redimirse. A la letra se llega por el el frío vertical las noches sin cuco pero en este clima de verdor, el ánimo escala como la euforia de un grito, y los algodones son escarcha y los grados fiebre y así. El verdor es una ficción que oculta el latido de la tierra en los invernaderos. El verdor es temblor, fulgor de lágrimas.

sábado, 18 de abril de 2009

ELLA

Lo que escribo debe ser bueno porque a ella no le gusta. Me dice también que quite lo de blog clausurado porque así la gente piensa que no escribo y no entra. Dice que le gusta la foto. Que salgo muy salaino. Ella me lee de resfilón como si mirase una pelicula de miedo. Valora mi escritura como si fuese una empanadilla. Cosifica mis inquietudes y no hay mejor bálsamo para la vanidad. El cariño es una especie de madre que te muerde como el beso agudo al timpano, como el abrazo asfixiante del arrebato. El cariño es entrañable como la risa de un niño. El aprecio es lo que queda cuando lo ponemos a secar. Ahora que abril nos trae refranes manidos el cariño está más verde que nunca, fresco, como un líquido grumoso. El cariño es un yoghurt con tropezones. El yoghurt es una cosa a medio camino del líquido y el sólido al que el grumo le da la gracia del beso. Es un poco siesta y un poco sexo. Es la comida de la cena y puedes pensar mal si quieres. Ella cena siempre yoghurt. Yo soy más de queso. A mi me encanta cenar petit suisse, de dos en dos, entre sus manos, sin babero, meter mi napia y sonreir con toda la nata montada, donde ella quiera. El queso es una postura que me salto en cuanto viene ella con el cariño y la empanadilla a decirme que me quiere y que le entran ganas de meterme dentro al fundirme en sus brazos. Y yo no sé a qué viene eso porque llevo años sin salir de su tibieza. La elle me gusta y decir sin salir de ella.

viernes, 17 de abril de 2009

AG Y LOS 50

Ángel González es un tuberculoso que se encontró a Machado en la analítica y menudo bacile sin coz. AG, se bebía la vida para sentir mejor. Beber es eso, para otros queda el alcoholismo porque Ángel tenía vocación de borracho, decía verdades poéticas que es como son esto de las verdades.

Se sentaba en la última fila de las fotos para ver llegar la luz que se Celaya en los 50. Ángel es un buen nombre para un poeta cuando Antonio está cogido. Se pasó la vida proverbiando sus soledades y acabó, le acabaron, (le acabamos), como el último Machado muerto.

AG, fue de Barral, Bonald, Valente, Goytisolo el suicida, Biedma, Hierro y esta gente, lo que pasa es que el no era catalán, ni gaditano ni nada y su levítica nación le importaba poco. Su generación cincuentona hizo poesía, quizá la última de cierto peso. Tuvo la obra justa y el amigo preciso, y se recuerda en Blas de Otero, Hierro y Leceta.

De su panda, fue el más poeta, quizá el único. Goytisolo tiene sus palabras para Julia, como Paco Ibáñez su música para todos. Gabriel Celaya, todos sabemos que Gabriel Celaya fardaba con su versito cargado de futuro pero hoy es siempre todavía. Mucho seudónimo hay que tener para no verse las manos llenas de horror si no te llamas Blas de Otero. El paisaje se vistió de humo y lo llamaron Claudio Rodríguez.

Gloria Fuertes, Costafreda, Brines, tienen su poema, un ojalá pudiera, que les decimos muchos pero AG tenía la calma y el verso libre que es como decir la metáfora líquida y la palabra latente. En poesía, donde dos y dos siempre son gaviotas, Él, tenía un nido lleno de lana tranquila y claro, así cualquiera.

Ángel González es lo que se dice un sucedáneo. Machado le vigilaba cada verso aunque Él, fuese más de Bécquer. No le daré más vueltas al sucedáneo. El sucedáneo es sucedáneo y nada sucede si se muere porque la poesía se descargó hace tiempo y además no importa y en su epitafio pone “Nada grave”.

martes, 14 de abril de 2009

LLUVIA EN ABRIL

Que llueva en abril es normal. Socialmente entendemos la norma por habitual y nos habituamos, normalmente, a que llueva. La lluvia lo normal es que moje, aunque también sería normal que limpie y que acabe secándose, es lo habitual. Por lo que normal y habitual suele ser normal y habitualmente distintos. Antagónicos. El juego es mío pero a mi es que la palabra me la suda un poco. Me da igual que se traicione la palabra si se respeta el lenguaje que decía Miguelito y que le den incluso: es lo normal. La lluvia, hemos dicho, puede ser normal, habitual y todo lo contrario. Puede llover hacia arriba que se sequen los toldos, puede llover viento y hasta ranas con pelo. La lluvia no es más que otra palabra tonta que suena a lapicero, a soplo. Hoy llueve, es lo normal, aunque llueva como el que oye llover, como quien sopla un lápiz por muy listo que sea. La lluvia de abril es normal, habitual. A mi me cala el ojo por dentro y ya no sé qué es lágrima y que es sangre porque duele lo mismo. Mi pena es habitual, normal y todo lo contrario.

sábado, 11 de abril de 2009

BLUE BLACK

Hay en la nube sombras. Me gusta decir blue porque suena más azul. El párpado va aflojándose hasta que el aire entra de nuevo, la risa cae y vuelve la mueca que es la máscara del gesto. La serenidad de la lluvia abrileña me trae vacío frontal a los ojos sonrientes. Tengo una buena noticia que me acompaña titulándome la frente (ya nadie lee la letra pequeña). El ánimo es una palabra de aliento para ciclistas y moribundos tumorales. La palabra ánimo siempre va en silla de ruedas, lo que se llama un sustantivo terminal. Sombras blue en las nubes sin párpados mecidas por susurros de ramas que no saben si gritar clorofilas o ponerse el brasero por lo alto de las copas de whisky. El whisky intoxica y el cambio climático es un camelo de milibares y chicas del tiempo. Otra máscara, otro whisky, más párpado. Y así llegamos al domingo y a las horas del fracaso escondido. Alfombras monstruosas nos llenan de pesadillas la vigilia y queremos entrar por los televisores al vacío frontal de los ojos sonrientes y ya no hay forma porque la forma es un monstruo llenos de muecas que sale los domingos por la tarde cuando la transaminasa está de euforia y el psiquiátrico a la vuelta y la silla de ruedas cerca y el ánimo ya lo hemos dicho. La copulativa siempre inyecta ritmo porque un polvo sin copula es una paja aburrida y lenta. Black.

miércoles, 8 de abril de 2009

LA CLARIDAD DESIERTA

Hoy es un día sin respuesta. Quiero decir que hoy es un día desencajado, donde lo sencillo se complica en un mal gesto, en malos entendidos, en la deshora de los hechos y las palabras fallidas. Hoy lo tibio esta fuera del abrazo arrancado por decretos de metralla. Hoy es una pausa que las flores ceden al frío. El frío es un lugar estático, sin aliento, donde los cuerpos se mueren para siempre. Hoy no hay quien complete la línea. Hoy ni los amigos tienen abrazos, ni asienten, ni hablan. Y pienso en todo el cariño que se acumula en tus mejillas. Tan olorosas siempre, tan infantiles. Hoy tu también estás en los rincones de las mesas. La comida se ha enfriado y hasta el café es sin azúcar. Hoy cuando todo me invitaba a tirarme por la ventana de tus ojos al centro mismo de la lágrima, he vuelto a sentir el candor luminoso de tu piel. Serenadas mis caricias, un enorme velo en sepia ha igualado la tarde en horas líquidas de sesenta minutos. Todo fluye, otra vez, en la claridad desierta.

sábado, 4 de abril de 2009

ESPINAS DE MARZO

A veces me pasa. La palabra me golpea la garganta y me pide sitio, le digo que espere en la silla del paraqué. Me dice que no puede porque tiene prisa y las vacaciones..., ja. La muerte plena de marzo ha traído abortos de vida veraniegos y yo sé que me repito como el sonido de una tecla. Me aburro, me doy asco porque pienso que pasar el tiempo es una forma obscena de asesinato (a mí, que me dan miedo los cuchillos).

La vida es vanidosa: la forma ingobernable del egoísmo.
Vengo para entretener mis gritos: la forma más violenta del silencio.
Vengo para agotar mi resignación (vivir es eso) en eccemadas palabras sin ritual.
Vivir clausurado es la celda peor. Se asfixian las salivas del encuentro.
Finjo llorar, por mucho que mis lágrimas digan, he vuelto.