viernes, 29 de julio de 2016

EL FUNCIONARIO

El funcionario obedece como pensamiento.
Lo bueno de la música es lo que dejas de oír
El pedo es una carcajada que huele.
Somos libres por decreto.
Vivimos la libertad vigilada de un contrato temporal.
No tengo nada y me quejo cuando quieren.
El salario como propina.
Escribo para actualizar repeticiones.
Hay un egoísmo obligatorio.
De bien colocado es ser agradecido.
El salario fabrica al funcionario.
Sin conflicto la metáfora no estalla.
Soledad como respeto mutuo.
Ejerzo mi derecho de legítima agresión.
Hay quien hace ideología del pelo en el sobaco.
El fractal del silencio hizo la vida.
Sin loco no hay solo.
La intimidad como memoria.
Qué cabeza tan grande tienen los caribeños.
El funcionario no protesta porque no está en el convenio.

jueves, 21 de julio de 2016

LA DEPILACIÓN

"No robes
a tu soledad pura
tu ser callado y firme."
JRJ

Tiempo pensado vale por dos; tiempo disfrutado vale por tres; el tiempo no vale.
Quiero mi ley como la tiene todo el mundo.
Vivimos entre sucedáneos de pólvora.
La paradoja de vacunar a un cura.
Papá, te estás gastando mi herencia.
El calor se sofoca a gritos.
Abre la ventana para no tirarte.
La cera de depilar es una vela que se ha vuelto loca.


jueves, 14 de julio de 2016

LA ESPERA

Hay realidades que no salen de casa.
Cuando decimos que eso no se puede pensar, ya está pensado.
La ingenuidad como sospecha.
Si me pagan bien puedo ser generoso.
Quién tuvo la culpa el huevo o la gallina.
Preferimos la ignorancia porque nos exculpa.
No hay mayor monopolio que la competencia.
Si buscas no encuentres.
Aprendí la caricia en la serendipia del beso.
También hay acción en la espera.
Olvidar duele.

miércoles, 6 de julio de 2016

LA REPETICIÓN

Se puede componer otro poema y preguntar. Se puede volver al engaño de la rima, al corazón oculto en la metáfora. Cuando se escribe –cuando se vive- hay trucos que resultan, técnicas para tocar las emociones. Pero hay un más allá que está más cerca. Hay un alcance cotidiano de las cosas que sorprenden. Ese darle la vuelta a la palabra, ponerla de pie como una L de Lorca. Por eso un día el ojo que tu veías te ve y acabas diferente. Hay que mojar el pincel para limpiarlo, mojar en el silencio la emoción. Hay que cultivar el ojo, sembrarlo con guiños nuevos, podarle las pestañas, darle forma de labio hasta que muerda. Y si se niega, y si se encuenca de espanto, dale el capricho de que sea, porque también se goza la intrascendencia.