miércoles, 30 de noviembre de 2011

LA SEÑAL

Sentir que la mentira se desnuda, que el pensamiento pellizca su cuerpo retorcido, que el ojo se encharca (no hablé de lágrimas), y sobre su estanque los patos escupen. Las hojas, con su amarillo horizontal, oxidan el tiempo. El pensamiento se abulta como un globo, como si los ojos quisieran escapar, como si comiésemos el nudo de las corbatas. Allí, en el peso de la tristeza, la lejanía. El estertor del llanto con su arpegio de almas. Ese asco ausente, como quien mira hacia las respuestas, es la señal. Acariciar con el asombro de los niños. Gozar con la presencia. Fulminar el mundo por tu pelo. Saber que ser es estamos.

viernes, 25 de noviembre de 2011

LA ERECCIÓN

"Mujer, mira una sangre, mira una blusa de azafrán en celo".
Miguel Hernández


Una vagina regresa y un tropel de niños vuelve a su vientre, como una muerte reconvertida. Parece que la piel sigue su curso. El calendario erectó una primavera sobre el más tedioso noviembre y el verde se impuso –en su tono más azul- al peor recuerdo de los ocres. Volvieron a brotar los cuellos en un súbito orgullo femenino. Regresó la sorpresa a serenar el rumbo, a mecer el horizonte, a mamar el enorme pecho. Ha vuelto la melodía tranquila de las nanas, la cosquilla nerviosa del susurro. Se vuelve al beso como se vuelve al silencio –no hay mejor forma de callarse-, porque las calles parecen un abrazo de lana, parecen sitios por donde sólo caminan las madres y los perros salen corriendo buscando el tercer piso donde orinar tranquilos. La alegría es la mejor sorpresa. Siempre es nueva, viene de los labios nunca vistos. Los labios sólo existen en el beso, por eso nos proyectan hacia la vida. Una vez allí hay que correr. Correr, correr hacia los niños que vuelven en tropel.

jueves, 24 de noviembre de 2011

LA MADRUGADA

"Cuando a la mañana siguiente despertó de sus rosados sueños se encotró sumido en un vaho de jabón"
Jack London.

Despierto, bajo el filo de madrugada. La obsesión, en su bucle ciego, gira y remueve el frío de la noche. Siento miles de ojos blancos que me observan desde la negritud. El sonido imparte color en el silencio. La puerta intratable de las palabras repiquetea y barrunta visitas. Los ladrones del tiempo perdido aguardan tras las puertas. El bucle imparable sigue girando su loco silencio de palabras, palabras, palabras. Ahora lo sé, Don quijote enloqueció de madrugada. Y más palabras para calmar el ansia y más dolor para saciar la sed. Dentro de la caverna un baile de sombras, fuera una orgía de luz. Oigo a los gatos restregarse por mis ojos. Y una bola de pelo los enturbia de su cariño seco. Por la enredadera de mis labios crecen tus manos y acabas de un portazo diciendo haz así, cógeme la espalda. Entonces el silencio vuelve a su sitio, y el sueño recoge sus manos, tapa mi boca y continúa el tiempo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

LA ASPIDISTRA

"La congoja de ver que el cielo se hace bronce sin acudir a la tierra con el conveniente rocío"
Don Quijote de la Mancha.

Desdibujar las caricias. Sentir que la nada empieza su camino y busca tus manos. El afecto es un papel crujiente como el brillo de las monedas, y tus tardes una moneda, y tus noches crujientes de papel, y hasta tus lágrimas de níquel una líquidez que desangra por su filo. La tristeza anega como la niebla. Y los gestos inocentes de las tazas se agrian. Y los camareros parecen fotografías de primera comunión. Estar y parecer, ser y parecer. Parecer es el to be de los pobres que sólo entiende el lenguaje de la angustia (esa urgencia que se llama piso) y que duerme nervioso por el día. Quieres reír y no puedes. Hasta el amor se complica sin poder cortar las rosas. Por las noches los mordiscos hablan evasivas –no me apetece, son sus palabras- en una vergüenza arrogante, que finge correrse por las paredes del sofá. Es el dolor íntimo del mundo que comienza a desarrollarse con su fuerza arroyadora.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

MATEMÁTICA TINIEBLA

“Ha de saber las matemáticas, porque a cada paso se le ofrecerá tener necesidad dellas”.
Don quijote de la Mancha.

Se piensa la paloma lejos del cuatro y se posa en el más de las semblanzas sencillas. En el juego de la suma todo es resta. Un pecho, una palabra con sonido naranja y olor a siesta. La sinestesia va colocando la música en su sitio. Su espalda -vocabulario de huesos- acaricia las palabras de mis dedos. El pelo enraíza orificios. Esta pequeña muerte que sale de los gestos, los ojos y las pesadillas. Y su mano me aprieta con más brillo, con más. Y me acuerdo del tiempo que vendrá. Y la melancolía sigue caminando las paradojas. Y esta enorme soledad que reside en la constancia. Y las velas incendian el viento dulce de los favores. Al final todo es un momento. Nada aguanta la tensión de la sonrisa. Rompo las calculadoras, finjo adioses hasta llegar a la matemática tiniebla de los cuervos. Y asistir de nuevo al pasmo del nacimiento, al silencio de la sorpresa, al enamoramiento de la ignorancia. Vuelvo a poder ser.

viernes, 11 de noviembre de 2011

LA INQUIETUD

La inquietud está por llegar. El porvenir, ejemplo de lenguaje, juega con tus cosas. La inquietud es el hilo de saliva entre dos labios. Lo que se esconde en el saco roto de los ojos tristes. A veces la tristeza misma, a veces la desidia tensa. Es pensar por pensar. Es todo lo que no importa, lo realmente necesario. Es el insomnio de la vigilia. Es una despedida en septiembre. El barro duro en las ruedas de los autobuses. Mantenerle la mirada a un niño. Jugar con las cuchillas de la cama. A veces un problema, las diez últimas páginas de un libro. Es el amor de los reyes magos, es un beso amordazado, el aire sumergido de los orfanatos. Es la última tragedia, el presente indicativo del verbo esperanza. Es una culpa sublimada. Es la mentira nerviosa del conocimiento, la noche fácil del compromiso, y puede ser –viene sin llamar- esta lágrima que me precipita.

jueves, 10 de noviembre de 2011

EL MISTERIO

Sobre la tarde la juventud de las preguntas, en las mañanas las decrépitas respuestas. Durante la noche un enigma de silencios que se oscurecen. Las profundas ingles, los abismos oculares, porque la vida es roja si el viento se para. Sobre la arcilla, como se tocan las figuras, los matices renuevan el misterio. Para entonces, cuando la vista ya no es necesaria, el sonido es un olfato peligroso. Dime quien eres y te diré quien eres. Amasando su silencio nadie reconoció el grito. Dame un abrazo –dijo- estirando su cuello hacia el naranja. El ruido manoseado. La piel sobre la mesa. Oidarnos el cuerpo. Que los ojos escuchen. Que de los dedos pendan las orejas como capanillas. La nariz un oído. Y distinguir el sabor de las voces para nutrirnos del misterio, como quien oye un te quiero.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL PROFESIONAL

Repetir suena a zapato de tacón que retumba en los tablaos sin necesidad de baile. Bailar es un viento que no vuelve nunca ni se repite como una nube de sonidos. La vida repica su taconeo sin baile, sin melodías, sin nubes. Se manifiesta como una tormenta de claridad que esconde sus esquinas. La repetición no es más si no más de lo mismo. La repetición es el bodegón de siempre. Así, le damos la mano al primer beso hasta que se anochece en otros tactos eléctricos. Siempre hay un beso por donde no ha pasado nadie y entonces todo vuelve a ser una despedida, un perfume y una pulsera. En los días secos por la lluvia brillan más las lágrimas, calientan más las soledades. Y sobre la enorme alambrada del paisaje se divisa el humo, la nube/niebla –¡qué más da!- de las acciones de un esperma estéril. No hay más remedio que darse a la vida como quién se entrega a la muerte. La emoción como el arte o se ama o se comercia. Lo profesional sería darme, sólo, un cinco por ciento más, en la escala Ricther del cariño.

viernes, 4 de noviembre de 2011

LA HIERBA

Caída la lluvia, el sol, la noche y todo lo mismo soplado por el viento, las arañas hacen su vida. Y una cadera marcada, rubia, con su barbita líquida, jugaba a los gritos del rescate. La vida se entiende mejor en los cuartos de baño. Lo que no es miedo es pena, dijo Ella. Las nubes igualmente informes. Los árboles amurallados, cuellos vueltos, muros. Nunca se pudo cerrar el tiempo. Una madre envuelve las mejillas de su hija con sus manos, delicadamente, como si colocase una bomba. Es el letargo ciego de lo imposible. El miedo abierto de la esperanza calibraba lo vibrante. Sin temblor no hay beso, sin misterio no hay caricia. Por eso hibernamos el encuentro, necesitamos que el día crezca hasta perder la noche. Necesitamos las ingles tibias del abrazo. Dormir en el pecho de las axilas, recuperar las madres, matar los niños. Notar la hierba afeitada, creer en la adolescencia. Chupar todos los helados. El semáforo crecerá sobre la rotonda. Las nubes igualmente informes, los árboles amurallados, los cuellos vueltos.