miércoles, 29 de junio de 2011

LA NOVEDAD

Por delante un enorme mecanismo queda al aire, como una apacible noche de brisas. Por delante hay más, arriba, vamos. Vértigos, golpes y otras cosas verticales. La luz externa ilumina la claridad desierta de lo íntimo. Es el salón de baile de las canciones perdidas, es un ansia irrecuperable. Se duele más el futuro que la pérdida porque el dolor siempre duele más por previsible que por dolor. Duele más lo conocido que el conocer. El dolor es una antipatía del conocimiento. Es el alfiler que no pincha, la aguja negra que escondimos en el pajar, el final repetido de los domingos. No hay peor dolor que el que no duele. No hay mayor mal que la ausencia del bien porque no tiene mejorías. No te preocupes Papá, nada que tú no sepas, nada nuevo. Nada nuevo, ja. Para cuándo una sorpresa. Cuándo el Porfin. Por las mañanas los espejos me dicen que ya está, las puertas otra vez, las ventanas hasta luego. No lo pienses más ha dicho la radio, el coche, la vecina. Por las noches acudo a los parques para recoger aromas, algún orín de gato y una botella medio vacía. Bebo el poso despreciado de las adolescencias de otro. Por allí encontré a la experiencia agnóstica de mi misma, vaticinando porvenires como un abismo de pérdidas. Y esta cotidiana soledad. Cómo explicarte.

viernes, 24 de junio de 2011

LA HOGUERA

Hay una celda. Hay un acto para todos los públicos que no interesa a nadie. La celda salta por los aires. Lo siguiente es un travelling de caracoles opacos que van chistando silencio. Las persianas bajadas de la íntimidad no dejan ver la clorifila de las malas hierbas que existen. La vida se abre paso. Se cuela por los poros de las cortinas buscando la celda. La multitud caverolada bulle, borbotea. El primer plano del fuego muestra los engranajes de la luz. En realidad, nada se quema. Sólo arden los estómagos llenos, ahítos de horas, desecados oceános (el peor desierto posible). Un pecho roza un codo y salta un chispa en el ojo de los gatos. Los balcones fruncen los geranios. La celda gime sus candados y poco a poco un mar de insectos se dispersa.

martes, 21 de junio de 2011

EL TOLDO

El sol abrasa como un hombre pesado. Huele al verde seco de los amarillos. Las mañanas traen una alegría de cumpleaños, una alegría de agua sedienta, chapuzones y brisa nocturna con luciérnagas. Se oye a Extremoduro, se ríe a marihuanas -tú dame otra cerveza- Sin reuma el cuerpo es un lugar legítimo, el sueño una pierna suelta, el tacto una experiencia nueva. Y se agranda el lugar para los hombres y la calle avanza y crecen los cuadernos, y se gradúan los cristales, y una enorme y griega lanza las palabras contra los cristales de las gafas porque la sangre de los ojos es la savia de las lenguas, y hay que se saciar las bocas de los parias. La calle vuelve a ser un lugar para el encuentro de los caminos. Los parques germinan adolescencias. Y las bocas polinizan la mirada urgente del oxígeno que respirarás. Porque el sol huele a colores musicales que vienen de vaginas mágicas, de palabras fluorescentes. Y la atmósfera entibia la inquietud infantil de los regalos, el nerviosismo del recién llegado, la ansiedad del beso que no llega, esas cosas simples que nos llenan de vida. Y por las noches escuchar crecer el césped girado por las manivelas de los grillos. Oh toldo verde, oscuro, de los firmamentos del verano.

EL DUODENO

Que te den por culo. Otra vez tarde ¿Has traído eso? Conocer la confusión, verter la vida, luchar sin convecimiento a capa escapada. Saber que la música no importa porque es larga, y no perder el tiempo en seriedades. Despreocuparse de nosotros mismos, conocer el sonido y darle un paseo, saber que la noche de los miércoles puede ser cualquier día. Pensar como si olvidas, jugar al seriamiento, nos vamos y todos contentos. Buscar a Julián, perder a Alfredo, mira el Abel, Jonás contento. Ir de aquí para allá si queda cerca, tener si me lo das y yo te invito, dejarse bigote un día de estos. Programar seriamente y no cumplirlo, querer ser el fary y no admitirlo porque Julio Iglesias padre es aún tu ídolo. Rimar y romper la rima en pareídos. Disolverse y juntarse. Hacerlo mal y qué bien todo. Sentir que un pedo en un eructo cabe, esto es ser duodeno, quien turutó lo sabe.

miércoles, 15 de junio de 2011

EL PARQUE

A ella, cerca ya de otro verso.


Me miras y a poco el pecho se abre. Como si un pequeño puñal fuese la llave bacteriana del misterio. De pronto el blanco. La claridad poblada de ti, de tu universo, del beso único. Y las paredes vuelan hacia la luz de la piel como una conjura de luciérnagas que cantan el brillo de los pájaros. Vuelvo a la confusión maravillosa de los dedos, a la creencia implacable de la luz. Vuelvo a la maravilla. Regreso a los momentos regados de regresamiento con la claridad de las cosas claras y los ojos cerrados. Qué fácil todo ahora. Todo. Ahora. Vuelta a las palabras del destierro como un elefante ligero con trompa de mariposa y vuelo nocturno. Hay amarillo por todas partes, melodías de labios, sonidos que sueñan con cuellos. Frentes limpias, ojos claros, madrugadas frías -¿dije más?- si lo dije lo digo más, más. Alrededor de la amplitud merodea tu presencia. Avanzas para que vuelva. Y cuando regreso de los antiguos candados veo brillar las preguntas pero ya no estás allí. Has robado la pregunta rota de la existencia. Ya voy de la mano nubil de los perfumes que se sientan en los parques. Los parques. Han vuelto los parques.

martes, 7 de junio de 2011

LA SALIVA

El polvo íntimo que se cae de tus gestos habla un lenguaje de piel. Para el amor como para la vida hace falta tiempo. Por eso las sonrisas maceran en el surco de las pestañas sopladas, por eso el más acaba siendo diferente. Anticipar el acto como una duna de finales diferentes y sentir que la vida cabe en el agua del vaso que nunca beberemos. Cuando tus ojos parecen mis ojos, cuando ya no veo más que tú, llega el momento del tiempo. Cuándo cuándo. Y de entre las rajas del sofa aullan manos que piden su tiempo, que recuerdan pasados, que recuerdan futuros y vuelve la incertidumbre. Y entonces regresamos al abrazo polvoriento de la piel, el cuello, la lengua, al lenguaje del tiempo macerado. La mano, el ojo, la cintura. Todas las vocales que se desprenden del cuerpo hablan a viento vuelto, suenan a ecos de hojarasca. Todo es débil, tranquilo, seguro, en el ojo por ojo de las miradas, cuando el tiempo se desarrolla baja el volumen de la tragedia. El tiempo se necesita para perder la urgencia. El tiempo no se usa, no cabe en los relojes, el tiempo habita en los perfumes de las canciones, en los poemas de amor de los cornudos. El tiempo vive en otoño y sale en las madrugadas calientes de julio. Sabemos que existe por el frío que deja su saliva.

viernes, 3 de junio de 2011

LA LENGUA

Murieron los sueños cuando labió su lengua y era fría. Oh, lengua, hueso de luna. Lenguó sus ojos para sentir la fiebre de sus lágrimas y todo fue treinta y siete, martes, doce treinta. Se vio saliendo de la cama a buscar su ropa, comprar el pan, trabajo, casa, water, cama. Miles de seres esperando vencer el cariño del aire. El aire incondicional de las esperas legendarias. Más y lento son palabras de la piel. La misma que gime el olor dulce y agrio de las ojeras. Es en la piel donde se engendra el hastío. El tiempo pierde el apetito y entonces el aire es el vacío universal. La tibieza del oxígeno que exhalan los dientes. La vida desdentada de los caldos, boca a boca, botón tras botón en un misterio cerrado. Huesuda verdad de calcio estos besos que buscan los tuétanos del dolor. Los huesos suenan mal, son vértebras asustadas que retroceden de puntillas. La carne se fue con la carne, la luna hizo el resto. En el principio fue el aire y al final todo es un aire de cariño necesario para combatir el frío del verano. Al final todo es principio, todo es amor, vulgarmente hablando.