jueves, 12 de octubre de 2023

EL SOL

El sol salió anoche y me cantó / Juan Carlos Usó. - Santander: El Desvelo, 2023.

Como los buenos guiones, como los árbitros buenos -que decía Azcona-, este libro no se nota. Se lee sencillo, rápido, como un viaje de AVE Madrid-Barcelona, pero que luego se vuelve denso, expansivo y misterioso como si fuera extremeño. El sol salió anoche y me cantó es un título certero. Quienes conocemos al autor sabemos de sus tendencias egocidas, por eso, cuando dice que fue idea de su editor Javier Fernández, no sabemos si mirar el dedo o la luna de este sol tan en su estilo. Orgullo travestido o ¿Nos matan con heroína? son otros títulos del autor, llenos de sutilezas poéticas que juegan con la metáfora y el garfio interrogativo para expandir lo aparente. Nos llevan de la mano hacia el asombro sin que notemos el calor de la compañía. El subtítulo El experimento de Viernes Santo hace referencia al ensayo que Walter Pahnke realizó en la Universidad de Harvard en 1962 con estudiantes de teología para contrastar si la ingesta de hongos psilocíbicos podía asemejarse a un éxtasis místico. La experiencia se desgrana de manera sucinta para plantear a veinticuatro psiconautas de hoy, cuatro preguntas sobre psiquedelia y sus relaciones con la conciencia y lo espiritual. Los entrevistados -muestra amplia y diversa- fueron escogidos por el criterio de Usó: uno de los mejores conocedores de la materia en nuestro país. Así, el libro cuenta con las opiniones de Nuria Calzada, José Carlos Bouso, Josep Maria Fericgla o Deborah González, por citar cuatro reputados botones. El subtítulo de la cubierta se sustituye por el de Espiritualidad, ciencia y conciencia expandida en la portada del libro. Comenzamos a fluir. Comenzamos a preguntarnos -preguntar responde un poco- si estos conceptos no conforman una misma emoción. Si detrás de la ciencia no hay un espíritu que se expande en búsqueda de una conciencia, si la la ciencia sin conciencia es posible o si el diccionario arde cuando lo roza la lisergia. Antonio Orihuela, Vicente Gallego y Daniel Macías, la parte más lírica de los entrevistados, abren el abanico de las metáforas hacia el asombro. Este Sol se proyecta hacia múltiples lecturas, hacia inevitables interrogantes y diferentes propuestas. Aquí reside su mejor. Tantea diferentes luces, perfila sombras y sopesa el volumen de las dudas. Los psiquedélicos, enteógenos o alucinógenos (caprichos de la sinonimia) son para Orihuela “autopistas de conocimiento” que desbrozan el camino del corazón. Sin embargo, el libro apunta en múltiples direcciones, desde los posibles “usos policiales” pasando por la relación entre “el LSD y el nacimiento de Silicon Valley” y lo que “la ingesta induciría […] en un grupo de fontaneros extremeños”. Normal. En sus respuestas, José Carlos Bouso, nos advierte que “la ciencia no demuestra cosas, sino que refuta hipótesis. Avanza por negación”, que es la forma científica de decir que se afirma diciendo no. Lean sus libros, sus “bitácoras científicas” en Ulises online o vean sus conferencias por Youtube. Bouso nos señala el “dogmatismo del escéptico” (¿se puede decir mejor?), aquellos “pringosos con la verdad” que “solo dan por válido lo que proviene de la evidencia científica” a la que califica de una “creencia supersticiosa más”, porque en ciencia “la ausencia de prueba no es prueba de ausencia”. Me cago. Buen Sol este que no solo da luz sino que clarifica sombras. Algunos testimonios buscan las raíces existenciales andándose por las ramas, otros (Aura Roig Metzineres), no dudan: “Si he entendido bien la pregunta... no, no creo que exista ninguna Conciencia eterna”. Pero el acierto, lo que convierte a este breve y expansivo mosaico en un tripi recidivo, es el “compendio poco menos que obligado... con abundantes referencias bibliográficas” con que remata el libro Usó. Para algunos conceptos despliega notas aclaratorias con más de diez monografías en las que continuar la explicación. No hay forma más prosaica de hacer poesía. “Ahí os dejo el huevo”, que se dice por aquí. No sabe si queremos caldo, pero porsiaca aquí tengo esta damajuana. El autor recuerda la figura de Ramón Surró Burbano y el uso clínico del LSD en España, lo que nos lleva a revisitar Spanish Trip que la modestia de Juan Carlos omite y su generosidad nos regala [sic]. Psicología, filosofía y neuroteología convergen en Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), física cuántica y conciencia animal y vegetal. La ilusión de conocimiento que crea la tecnología, como una “orfandad moderna”, encuentra en la psiquedelia una experiencia-bisagra que propicia la sintonía de “lo humano con lo invisible”. El autor de Drogas y Cultura de Masas trasluce su opinión en las preguntas, en las atmósferas de las propuestas que inquiere. “Por lo demás, la hondura y el calado de muchas de las respuestas sugieren nuevos interrogantes y, por tanto, superan con creces lo preguntado”, remata. Parte de la idiosincrasia de los psiquedélicos, amén de sus virtudes espirituales, sea la capacidad de asombro que otorga la experiencia psiquedélica, sin distinguir edades ni bagajes. Esta permanente novedad quizá confiera el formol anímico que lucen los psiconautas (esa sonrisilla, sí). En ocasiones, la introspección desvela oscuridades. Para Vicente Gallego “allí donde la sustancia nos borra y anonada, más allá de nuestros temores y sospechas, el esplendor de lo real se manifiesta en toda su infinita creatividad”. Rayos de sol nocturno, como este, impregnan un libro complejo, denso y expansivo, que lo convierten en poético … ¿o no?