martes, 29 de abril de 2014

EL OJO

Para Ana, María, Alba, Celia, Marce, Gema, Charo, Carmen...
ojos de sol.
 
Miramos con las manos, el oído mira desde su paisaje de líneas. La vista es mucho más que ver. Percibir la metáfora que resbala de la piel -esa gota- como un alfiler sin método. El ojo es la palabra con que medimos la intemperie, la valentía del mundo, un pez que nada entre la carne. Ser es imperdonable, el ojo es su disculpa. Un corazón a la vista de párpados que laten. Nariz que tiembla. Fuego que ilumina. Tu ojo es el otro, un yo acompañado de dientes que prende en la saliva. Tensar el aire del aliento.

LA MITAD

Otro, como el tiempo repetido, como el etcétera de abril, sentirá el agrio dolor de lo obstruido y buscará las ventanas más altas donde mirar lejos -escribes triste, me dices- y te miro y mis ojos descienden por mis labios hasta llegar al suelo y se marchan buscando las ventanas más altas. La alegría no completa la risa, la pena no da para un poema. La vida es esa mitad. Gafas de sol corriendo bajo la cama.

miércoles, 23 de abril de 2014

EL FUEGO

A Ella

Por las afueras
del tiempo hay una luz
que tantea mi mano.

Como un sorbo
de pájaro,
como la sed
del niño
a la que nadie se opone.

Voy fingiendo
la soledad y las cosas.

Ya vuelven
tus pájaros, tu aleteo
intacto de limón.

Y vuelvo
a besarte
con el letargo del amor,
con la arrogancia melódica
de los viajes.

Hay algo intacto en el miedo.

Por eso
acompleja
tu cerca,
tu más allá de disparo.

miércoles, 16 de abril de 2014

LA ROSA

“Muramos despacio conjugando la rosa”.
Francisco Umbral

La intuición nació de la vigilancia.
La violencia reside en la bondad.
Lo habitual violenta sin emoción.
La razón explica, la emoción convence.
Llamamos miedo a la comodidad.
La cárcel como pleonasmo.

viernes, 11 de abril de 2014

EL PAPEL

Cuando se apaga la luz, ¿dónde va lo claro?
Leopoldo Mª Panero

El papel es una cosa de Kafka. La mezquindad hecha rastro, la ofrenda de la memoria, un dedo amortajado que vigila desde el polvo. Son las pequeñas cosas de la firma. En el principio fue el contrato, una memoria de puñal –el papel corta- que regresa cuando ve que te olvidas a la sonrisa. Después de Ivan Illich como después de Kafka, se entienden muchas cosas. Hablar es asunto de pobres. Los actos deben encuadernarse, hacerse obra, ponerse la faja de la industria. La escritura nació para vender, la palabra para cantar. Hay mucha literatura en los papeles, muchos números convertidos en firma, porque lo civilizado es pagar, fiarse de la ley, palabras de etcétera. El papel es la mezquindad que brilla lejos. El fragmento de asco que habías olvidado en un brote de luz. Los poemas se avergüenzan en las imprentas, y por las noches salen de los libros y entran en las bocas de los poetas hasta fundirse en la garganta de la metáfora. El escarabajo despierta escarbando el aire con sus patas. Es la culpa de no saber quién eres, lo mal que escribes y lo poco que te queda. El papel es un objeto de culpa, una maraña de luz sin diccionario, las antípodas de lo cómplice. El papel es un asco pequeño, el peor de los números, otro barrote. Marchamo del tiempo, una cuchilla sin escaleras, rabia sin mecha. Cómitre de la repugnancia que llega a los buzones para recordar que el aire también cuesta. Eximio dolor sin pústula. Dimensión donde se esconde la arcada, esa claridad.

miércoles, 9 de abril de 2014

EL TEATRO

 “El teatro es el arte práctico de popularizar el pensamiento”.
José Bergamín.

El teatro es una infancia, la paradoja en el cadalso, la lírica del azul que pasa. El teatro es un nido, un diálogo de sinestesias. Un cuadro conversando con un traje por lo inquietante del silencio, atragantarse de uno mismo por no conocerse, un laberinto de pausas menospreciando el maquillaje. Sobre la escena un labio ilumina un televisor. En la asamblea, Sancho Panza pide a gritos que se escuche a Erik Satie mientras las páginas de Alfred Jarry bailan con Miró. Afuera un arrabal zancudo teoriza un vertedero. Y una voz canta romances y cae un jarrón de golpes y se baja el telón. Miguel Romero Esteo, José Ricardo Morales, José María Rodríguez Méndez, nombres de aliento, calaverno y Shakespeare. Quién pregunta lo que no existe. Una calle vuelta hacia adentro, un recuerdo hecho futuro. Fuente de lo efímero, escupitajo de párpados sobre monedas calientes, el misterio creciente de unas manos que se encuentran. La belleza de las cosas que no importan.

jueves, 3 de abril de 2014

EL OBJETO

El silencio es la soledad del ruido. El objeto una emoción finalizada, nuestro temblor hecho memoria. Por eso el tiempo necesita su espacio. Por eso las fotografías, -¿por qué la tele?-, por eso los libros, las cucharas, por eso. Es nuestra limitada soledad, nuestro hueco más profundo, quien nos lleva a guardar las cosas, quien nos lleva a la palabra, a abandonar la tristeza del silencio, proyectarnos hacia el otro, ese nunca luminoso. Seguimos al miedo de la salud y el regalo de la vida. Seguimos con la desgracia como seguimos al látigo pero quién engaña a las mañanas. Ni la mejor madrugada puede cerrar los ojos, hay emociones que doblegan. Sigamos como si nada. De repente el frío, de repente el azúcar. Las emociones son objetos que tiemblan, tiempo detenido en la sangre. De repente una saliva, ojos blancos, ojos enormes que se agrandan con la súbita alegría de los niños. De repente un lápiz o un muñeco nos hacen llorar. Sigamos. Sigamos.