viernes, 12 de septiembre de 2014

EL LECTOR

El entusiasmo, la trascendencia, lo importante, ese candor. Detrás del mundo hay un posesivo determinante. Un “mi” enorme que condiciona. De qué arena estamos hablando. Inflamos el aire con gestos, vestimos el traje con luz, esa ceguera blanca, Saramago, etcétera. Nada importa desde el instante. Desde que siete mil millones de cadáveres (según las últimas estadísticas) consumen insomnio. Cómo podemos acunar al niño, con qué mano tocar. Hay una mancha que navega a la deriva y un latido que se apaga en la ceniza. Hoy se ha muerto otro lector, se rompe otra biblioteca  -polen de libros diseminados-, perdón por la inocencia. Palabras rotas, tamo de coltán colmando los cimborrios. El asco enciende otro brasero, pavesa continua a la espera de un instante de viento, vidas como bultos de mibulto que no cesa., semen que no aprende, ay.

martes, 9 de septiembre de 2014

EL SUEÑO


A Mónica.

A veces la presencia es suficiente, a veces la vida se vuelve simple como la compañía, sencilla como el sueño, elemental como el oxígeno. A veces estar es mejorar el verbo ser por la vía de lo cómplice. Y existe el paseo para prolongar el tiempo, y existe la sonrisa para estirar lo afable. Es un calor a madre reciente, una frescura de parque con banco que olvidó los días de la semana. A veces, pocas veces, lo inevitable desaparece, las cosas vuelven al sitio púrpura de los dedos enlazados. Y en esa nebulosa –el tiempo es sólo tiempo, lo importante es qué hay detrás, me dijiste- crece una pompa de mimo y volvemos a tocarnos las pestañas. Y yo seguía aprendiendo tu lenguaje, pensando qué hay detrás del tiempo, de nuestro tiempo acumulado de tardes, cuando tus ojos blancos fulminaron mi torpeza con la piel de un silencio. A veces, cuando el tiempo vuelve a su siempre, me emociono evocando todo aquello sobre mi.

viernes, 5 de septiembre de 2014

EL INSTANTE

Le daré una frase vacía a este sonido para no parecer pesado. Para no repetir la emoción de golpe -la tristeza enfada- que la repetición y el golpe van sinonimándose. La tristeza, reconocer lo solitario en la soledad, llega donde la palabra no puede. Es el último escondite donde llorarnos tranquilamente. Allí jugamos con nuestra memoria y a veces sentimos la necesidad del otro, de tirar la piedra y esconder el gatillo, pero allí sigues estando tú. Allí crujen nuestras miserias con la prisa de la angustia -también el oxígeno tiene su límite- olvidando que existen óxidos maravillosos. Detrás de todo hay un nada que se esconde. Somos un yo limitado, un grito que agita los brazos y no entiende que también el hueco esté vacío. No somos más que el ansia de un momento. La prolongación de un instante que dice tu nombre. Sólo desde el roce es posible el contacto. Esa es la importancia de la piel, la trascendencia del beso que moja.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

LA CUCHARA

A veces escribir pide paciencia, darle tibieza al ritmo hasta encontrar la cuchara que llevarnos a la boca. Por eso se piensa en el calor, ese camino hacia la gruta de la piel. Una ventana abierta hacia la belleza del ahora, que en septiembre, es una belleza tardía, como si la piscina no dejase ver el sol, como si la prisa de la vacación se olvidara el calendario en la cartera de nadie. Septiembre tiene la belleza de lo tarde, de las tardes, de los parques a las cinco de la tarde que es cuando sufren los parques. La belleza tardía es el último esfuerzo de la belleza. Se despereza como un gato para recuperar la fiebre de la siesta, el movimiento del muslo sobre la sábana. Septiembre es un beso que no se da nunca, ese dolor olvidado que es el dolor que no se olvida. Septiembre con su calor furtivo de verbena, con su escozor de lágrimas y su nudo en la garganta, es el tema, la escritura recurrente, las ganas de contar las cosas que no se cuentan. Es la pregunta, el asesinato y guardar el cadáver. Septiembre es el viaje, la huida, el coleccionable repetido, la repetición de la vida. Septiembre es la otra vez de casi todo, ese insoportable lastre de la emoción conocida que nunca es igual. Septiembre es un ansia de lo que no se tiene, un marzo invertido, una mujer sin fuerzas para romper el odio que le ata los labios. Septiembre es el mes de la mujer, niños tocando su violín de padres, gruta de lana donde se esconde la muerte, una pregunta rota, una astilla de pétalos y un así de rupturas porque septiembre dura siempre la mitad. Es un tiempo sin lugar donde la caricia suple a la mirada, donde los ojos brillan con la hermosura de lo triste, donde el tiempo acumulado desinfla su bulto y los ojos supuran el instante pensando en el enredón de salivas secas que se marchitaron encima del reloj. Septiembre, sudor y viento, cuchara impaciente donde escribir lo tibio.