viernes, 19 de junio de 2015

EL MOLINO

“Yo buscaba una palabra no un ser vivo”
JRJ.
A Mónica en sus 35.

Ahora que hasta el calendario parece olvidarse de nosotros, que la urgencia y la turgencia pasaron, que cambiamos ojos por palabras, miradas por actos, vuelve a latir la melancolía. Son muchos años diciendo quédate, sufriendo por la luz, rompiendo las paredes del cariño, recogiendo los pañuelos del abrazo. Para mentir con facilidad basta ser sincero, decir que sigo admirando tus mentiras, que sigo prendido de tu miedo, de tus silencios y tus cosas cotidianas, que sigo mirándote como un loco. Te he contado muchas veces lo de don Quijote, Voltaire, etcétera. Pero ahora sé que inventar es descubrir, saber qué una mano nunca es la misma cuando late diferente. Ahora vienen años como días, inventos como ruinas. Quien lo acepta todo rechaza lo mejor, por eso me pongo tan burro a veces. Lo más difícil de la vida es llegar a madurar sin pudrirse, estoy harto de verlo. Sabes que intento ser como haces, que persigo palabras que te ayuden a florecerme. En el sonido de alguna te siento más. Sigo sintiendo molinos.

jueves, 18 de junio de 2015

LA PÓLVORA

Dejar polvo, poco a poco. El tiempo que vendrá no podía ser. La pólvora de la saliva necesita la fruta de la luna para que los dientes toquen su melodía oscura. Azul, sonámbulo, creo en el olvido.

martes, 9 de junio de 2015

LA AVISPA


Para Rosario y Antonio,
en insistida gratitud.

Volver no tiene repetición. La sorpresa dejó su polvo sobre la mesa en la que escribimos “guarro” y dibujamos una polla. Los bisontes eran pollas paleolíticas. Junio refresca la importancia del agua, de lo líquido, de lo que se escapa por debajo del aire (escapar es esconderse hacia delante) y llegar al claro del bosque, como quien llega a una escombrera. Cuando vuelvo a Rivas encuentro mi habitación como la dejé hace quince años, casettes, fotos y alguna camiseta corta. La memoria se tranquiliza cuando recuerda el futuro y sabe que la vida seguirá. Volver a Baños (viajar es volver un poco) plantea la pregunta de otra forma. Cuando la grava del campo daba fiebre y la diarrea era un recuerdo de verano. Porque en Rivas, Baños tenía olor a polvo, a caos de avispas en un pilón y fragancia de castaño por la sombra. Septiembre comenzaba coleccionando cartas y llamadas donde el aguijón de una palabra perforaba un beso. Ahora Baños recuerda. Ahora todo sucede al contrario. Ahora todo sigue siendo. Ahora regresar, volver, viajar, son verbos de una misma acción: vivir como una ausencia que sitúa. Y me falto y me sitúo más acá del sonido, sobre el papel (papel mojado de junio). Mi padre me regala un libro y me leo, me releo y me gusto a veces. Releer es volverte a ver. Tocarte el cuerpo que eras. Notar el paso del tiempo sobre las arrugas de la metáfora, acariciar el braille que fuiste. Releer sangra las fotografías. He vuelto.

jueves, 4 de junio de 2015

EL HELADO

“De la sierra bajaba septiembre como una tribu oscura y con el sol en alto como un escudo”.
Los metales nocturnos.
Francisco Umbral.

Para quienes vivimos en el alfoz de la provincia el tiempo es otra cosa. El tiempo no es continuo ni curvo y mucho menos infinito. Aquí el tiempo es estacionario, depende mucho de sí mismo. Aquí el tiempo depende de lo acelerada que esté la lluvia, si hace viento o vuelve la gotera. Entonces el tiempo se encoge como una larva y los días se repiten mirándose las piernas. El sol con su resplandor de cristal, con su calor de coche cerrado, estira el canto de los pájaros hasta rozar la tranquilidad de la noche. En verano el atardecer se avergüenza del firmamento que entra con la rapidez con que llega el alba. El viento como bisagra. Aquí el tiempo se estira y huele con ese calendario antiguo que viene de la botánica, del silencio de las montañas y se concreta en un guiso con la ventana abierta. Por eso nadie muere en agosto y se espera a marzo para ir al psiquiatra porque no digerimos bien el horizonte anaranjado de lo suicidas. Ese tiempo curtido por la piel de un campesino que se tienta la hernia por dentro del pantalón y se sienta a cada poco, buscando en el horizonte respuestas a la memoria. Ese hombre con dolor de cáncer que piensa en la muerte pero no concibe morirse, ese hombre que somos cuando salimos de paseo. Pero el tiempo no es más que el perfume del ánimo. Una realidad escondida en el horario metálico de La Mano Invisible. La actitud necesaria para encarar las horas con que llegar al mar. Ahora, aquí, con el olor a flor de víscera, los contratos se envuelven en agallas. El dinero, con su tiempo inmediato ha venido para quedarse. Pero yo sé que el tomate viene y se va, que el cerezo, que la golondrina. El calor devuelve la importancia a la piel, a los ojos que se quieren bien, al despreocupado orgasmo que se esconde en los helados.

martes, 2 de junio de 2015

LA CANCIÓN

Para Ana, Agus y Mónica,
risa y canción.

Cada vez miento mejor. Ya hasta vienen los de la tele a ver qué hago. Y yo les muestro el sarcófago y ellos que si Tutankamón y yo que sí. La mentira tiene su propia destreza, su íntima democracia. La mentira existe porque los mentidos quieren ir tirando. “Es que si no, no hay quien llegue al lunes”. Hasta el batán de las emociones queda sin pulso con tanto tiempo y poco espacio. Por eso existe don Quijote, Voltaire, etcétera. Y por ahí sigo con mis canciones de la mano -cantar es leer el aire- como un poema escrito a coro. Cantar es escribir en voz alta, cerrar los ojos para sentir la palabra subiendo por los dientes. Darle miércoles al estribillo, una lágrima rota a la última estrofa, madrugada de versos en flor. Cantar tiene la fuerza de lo efímero, de la palabra lancinante que se hace memoria. Por eso se cierran los ojos cuando se canta, para ver mejor la delicadeza estirada de una vocal que se engancha a lo perdido. La canción es púrpura como la saliva. Cantar mira a los ojos y los toca para cerrarlos.