miércoles, 20 de enero de 2016

EL CRÉDULO

El sistema nos da padres y estudios para plantarnos en los veintií con la vida deshecha. Nos lleva en volandas de amigos, cole y televisión hasta el umbral del contrato basura y allí, frente al vertedero, nos damos cuenta que la sombra de la mentira es alargada. Hay quien aprobó la oposición y a quien papá le tenía preparada una silla, pero por la mañana todos pensamos para qué. Y los hay que a esas alturas ya se han creído la ONG, han leído un libro o se han puesto padres como forma de no pensar en las mañanas del mañana dilatando la fiebre. De esta falta de lectura, de una genética lenta y el ambiente del creer por creer, nace Podemos, el feminismo y Save the Children, que a veces son el mismo. Cuando la pregunta acaba por acorralar las actitudes se llega al “eso no se puede pensar” que lo mismo te lo dice un amigo, que una madre que Adolf Hitler. Y así te pasas la vida, toreando frases hechas porque nadie quiere oírse reflejado en lo que odia. Y preguntando al escepticismo llegamos al nihilismo, a plantar tomates y hacernos hinchas del Albacete, porque no creer en nada es negarlo todo, pero queda mejor lo otro. El escéptico niega pero ya está por aquí y se queda a mirar para divertirse. El suicidio es para quien se toma la vida en serio o el que tiene un dolor terminal. El escéptico/nihilista piensa que la vida es la estafa en sí, por lo que se vuelve gruñón como Max Stirner y ya sólo le importa que no le molesten. Se vuelve cascarrabias como defensa propia, como forma de quitarse de encima a los de Podemos, las feministas y los de Save the children que quieren que les convenzas de algo en diez minutos que es el tiempo que tienen hasta la próxima asamblea, mani, charla. Su propia naturaleza de crédulos les hacen estar creyendo en todo. De forma inconsciente se autositúan en los altares de la moral, desde donde otean los conceptos que se les escapan y quieren que les expliques en su tiempo de pensar. Yo sólo digo barbaridades para que me odien, para que me dejen en paz con mis libros, con mis preguntas y mi disfrute. Intento predicar con el ejemplo y con estas palabras binarias, por donde ya no pasa nadie.

martes, 19 de enero de 2016

LA ESPALDA

“La espalda, por vacía, por desolada, es más lírica”.
Francisco Umbral.

La espalda en la mujer es un desnudo consentido, enseñarnos las tetas sin que se ofenda el marido ni escandalicen las vecinas. La espalda –como el cuello- tiene más carga erótica que los bultos evidentes. La vagina, el pezón, el ano, parecen temarios de anatomía, zonas de ginecólogo. Pero la espalda, con su sonido de merienda, tiene la apertura del nivea y el verano. Mientras la espalda irradia misterio, los pechos muestran la angustia apretada de un bikini en la toalla. La espalda no deja rastro, el pecho deja rodales de arruga y agua como la huella de un viejo. La espalda tiene un deseo, una violación pendiente, una pregunta abierta, una cerradura por donde mirar bajo la axila e intuir el tamaño y la ductilidad del bulto. Barruntar la tersura de la nalga, adivinar la política exterior de su piel. La espalda, como una mesa puesta, alimenta como una presencia, como un acto consumado sin fianza. La espalda es el amigo que está ahí pero no resuelve nada, la soledad echa caricia. La espalda es un pretérito, la anterioridad de un encuentro. Dar la espalda es ir de frente a la emoción, dar la cara a lo pasivo. Es el “si huele bien mejor sabrá” de los cuerpos. Si la espalda cumple no hace falta comprobar la gravedad de sus pechos, Newton –por lo general- acaba con la belleza. La espalda, como una niña eterna, se enamora de los dedos, los chupa, los muerde, y no pregunta porque la espalda (como toda lengua), traga sin preguntar. La espalda viene a resarcir a las mujeres planas dándoles la posibilidad del escote integral porque no tienen qué esconder ni avergonzarse de sus pechos como les pasa a las que tienen mucho. Avergonzarse de pecho es como avergonzarse de polla o sentir complejo por ser Einstein; algo absurdo e ineficaz porque el exceso genera deseo como si fuera una espalda psicológica. La espalda tiene olor a jabón con agua y sonido elástico de tanga.

lunes, 18 de enero de 2016

LA MANILLA

El desayuno como símbolo de la rutina no tiene competidor. Después de beberme el café como quien se come una manzana, con el cansancio de costumbre, he bajado para montarme en el coche e ir al trabajo. Uno gana dinero para comprarse un coche porque lo necesita para ir al trabajo. Con esta pescadilla que se muerde la vida, lleva uno quince años. Decía que me bajo al coche y me encuentro que no puedo abrirlo y se me queda la cara de lo insólito, lo que coloquialmente llamamos cara de tonto. No puede ser. Y repasas mentalmente los factores que intervienen en la operación chupete: llave-cerradura-abrir-puerta. Pero la puerta no se abre y la cara de tonto aumenta. Delante del coche, con más frío que vergüenza, esperando a Godot. Y es que las cosas en la vida son así…, pasan. Es el qué le vamos a hacer, es lo que hay, y que no falte. En un momento de lucidez pude pensar que la puerta no se abría porque se habría congelado. Estas cosas pasan a diez grados bajo cero. De qué sirve el aire acondicinado, los asientos de cuero, el radiocassete con bluetooth si llega el frío y te quedas mirando la manilla de la puerta con cara de tonto y sabañones en las pestañas. Así es la vida. Te cruza un camión en la autovía y se jodío ir a Cercedilla, se jode una antena por el viento y a tomar por culo el Madrid-Barca. Las cosas importantes de la vida ocurren por sorpresa. Toda la vida en el gimnasio y te vienen con el cáncer. A dieta, vegano y abstemio y te mata un yonqui hasta el culo de colesterol porque se ha colado en tu carril de la autovía. Mirando la manilla, pensaba en escribir esto, pues ya está.

viernes, 15 de enero de 2016

EL HUEVO


Se escribe cuando la punzada de la emoción rompe el huevo de la imagen. Cuando la escena asoma la cabeza, solo hay que adjudicar las palabras para ir trasmitiendo. De lo contrario se divaga, se escribe a tientas hasta que tocamos la burbuja de la suerte y ponemos las manos para que caiga el premio. A veces lo divagante se reviste de bacterias y le da al texto un olor a vida, a podredumbre de alegría, llegando a coger gusto a la lluvia sentado en casa. Lo malo es cuando el huevo se acaba, se va o no existe y no hay quien te venda una docena. Y no se sabe qué escribir, hay quien le llama "oficio" a vender una vespa, yo le llamo estafa. Aquí dejo el huevo.  

miércoles, 13 de enero de 2016

LA SOPA

Lo peor del imbécil es que no se da importancia.
Maltratadores por el cambio.
Hay una salud perjudicial.
El dinero tiene miedo.
Respiro por encima de mis posibilidades.
Lo importante de las bombas es que sean buenas personas.
El humor viene del drama de fumarse cinco porros.
No me importa el qué dirán, sólo el cómo.
Las vidas son los ríos que van a dar a Torremolinos en agosto.
Es triste pedir pero es más triste tener que comprar.
Vámonos ya que mañana libro.
Las bombas inteligentes destruyen como si no tuvieran el graduado.
Toco el tambor porque no pude ser astronauta.
Mi marido me pega por tradición.
La democracia como dictadura selectiva.
Voy a que me exploten… ¡Y que no falte!
Qué habría sido mi vida de estar vivo…
Los cojones del caballo de Espartero son más famosos que Espartero.
El misterio de un buen vino es que la tenga grande y gorda.
Tu sonrisa me odia.
El melón de la cabeza se abre a hachazos de lectura.
Encontré la metáfora al grito de ¡que se enfría la sopa¡